El equipo del Ministerio Público Fiscal, conformado por
Patricio Sabadini, Carlos Amad, Federico Carniel y Carlos Sansserri, presentó
este martes un voluminoso requerimiento de instrucción judicial ante el Juzgado
Federal de Resistencia en donde pidió imputar a un centenar de personas por los
delitos de sedición e incitación a la violencia, en medio de la brutal protesta
policial que dejó a la provincia a merced de saqueos en los primeros días de
diciembre del año pasado.
Entre otras cuestiones, en el escrito se detalla paso a paso
lo que ocurrió en la capital del Chaco hasta que finalizó el conflicto y el
distinto nivel de responsabilidades que le cupo a cada funcionario policial. El
documento es particularmente interesante para ver qué ocurría en las
dependencias policiales mientras que en las calles se producían saqueos e
intentos de robo en banda por doquier.
Aquí, CHACO DIA POR DIA, publica el detalle de lo que
ocurría durante aquellos turbulentos días.
3 de diciembre de 2012. En el marco de los saqueos y
protestas policiales que se estaban perpetrando en otras provincias, la Policía del Chaco ya tenía
datos de la posibilidad de producirse hechos de pillaje en esta zona del país,
los cuales fueron recabados a través de las redes sociales. Las fechas marcadas
eran el 23 y 31 de diciembre.
5 y 6 de diciembre.
Ante esta posibilidad, el Jefe de la Policía,
libró el día 5 un radiograma. Al día siguiente, después del mediodía,
apareció una nueva publicación de un tal "Carlos Policía" en la red
social Facebook, quien abiertamente invitó a los funcionarios policiales a
luchar por una mejora salarial, siguiendo el ejemplo de las otras
jurisdicciones del país. Por la tarde, comenzaron a circular mensajes de texto
-enviados a través de Internet- en los cuales se azuzaba a los uniformados para
que se sumen a una eventual sublevación. "Vamos a protestar nosotros
también" y "vamos a conseguir un mejor sueldo", eran algunos.
Inmediatamente después se libró una orden de operaciones
para que cada uno de los jefes de las distintas unidades se interioricen y
estén preparados para acudir a posibles saqueos.
7 y 8 de diciembre. Los SMS que incitaban a la sublevación
policial siguieron circulando. La consigna era organizar la protesta el 20, 23
o 31 de diciembre. Tan es así que hasta ese momento no había una referencia
clara de la fecha de inicio de la huelga sino que sólo se hacía un indicativo
señalando días cercanos a las fiestas de Navidad y Año Nuevo.
El 8 de diciembre, la situación era distinta. A través de la
radio oficial de la Policía
se hablaba de manera abierta del inicio de una protesta. Las máximas
autoridades policiales, tanto de Resistencia como del interior provincial
comenzaron una tarea de relevamiento del personal ante la posibilidad de que
algunos uniformados en servicio abandonen sus funciones.
Cerca del mediodía, empezaron a surgir otros SMS que
indicaban que se plegarían a una protesta personal de las comisarias Quinta y
Séptima. El intercambio de mensajes se producían entre efectivos policiales de
Resistencia con personal penitenciario de Sáenz Peña.
A las 15, le informaron al Subjefe de Policía, sobre "movimientos extraños" de los
patrulleros de la Quinta
y Séptima, en cercanías a la avenida Chaco y Soberanía.
Inmediatamente después vía radio oficial, el suboficial
Jorge Duarte emitió un mensaje señalando que todo el personal policial se
encontraba en la comisaría Quinta y que de allí no saldría. Esta situación se
produjo a pesar del pedido efectuado por su superior comisario Fabián Sissul,
Jefe de la comisaría Quinta. "No es nada contra usted, pero no le vamos a
hacer caso a su orden", le habría respondido Duarte.
Junto con personal policial, patrulleros de la comisaría
Séptima, Quinta y otras dependencias se dirigieron a la comisaría Primera y
junto a los funcionarios que lo acompañaban y patrulleros, bloquearon la salida
del lugar asignado a la
Policía Caminera.
Los agentes que estaban a bordo de los patrulleros que
obstruían el paso no respondían a los llamados de la superioridad dirigidos por
radio. En ese momento llegó hasta el lugar el Jefe de la Policía y solicitó a los
manifestantes que depusieran su actitud. Como vocero de los sublevados, Duarte
respondió que no. Ante esto, se pidió que por lo menos no obstruyan las salidas
de la comisaría Primera y que entregue las llaves de los patrulleros. Duarte
volvió a responder en forma negativa. Esto último a pesar de haber manifestado
que el reclamo era netamente salarial. Pasadas las 16,30, y en simultáneo a la
protesta, unos 80 familiares de los policías en huelga cortaron ambas esquinas
de la calle de la comisaría.
En medio de este clima enrarecido, se ordenó al Director de
Zona Metropolitana, que disponga de personal de Jefatura, Investigaciones y
Caminera, para suplir las faltantes, dado que con el correr de los minutos eran
más los funcionarios policiales que se iban plegando a la protesta. Luego de lo
sucedido, la cúpula policial se reunió con funcionarios provinciales en Casa de
Gobierno a la espera de una respuesta a los reclamos que efectuaban.
A las 21, se dejó en claro que era imposible otorgar un
aumento de 8000 pesos para el básico de un agente. Media hora después, llegaron
hasta la Comisaría
Primera -foco de la protesta- una comisión integrada por el
Jefe de Policía; el Sub Jefe; el Secretario de Seguridad, y toros funcionarios.
En el lugar se habían concentrado unas quinientas personas,
entre manifestantes policiales, dirigentes sociales y otras personas que
generaban un clima de tensión. Además de Duarte, la otra vocera era la Sargento Primero.,
Karina Chas.
Durante la reunión, los sublevados solicitaron viviendas,
mejoras salariales y que no se apliquen sanciones por la medida que estaban
realizando. La comisión aconsejó redactar un petitorio, el que fue presentado a
las 23 al capellán José Flores, quien a su vez se lo entrego al gobernador.
Permanecieron en ese lugar hasta la mañana siguiente.
9 de diciembre. Ese día, el grupo de huelguistas iniciaron
una caravana desde la comisaría primera, hasta la jefatura, pasando en su recorrido
por la comisaría segunda. En su trayecto causaron daños de todo tipo e
increparon al Jefe y otros funcionarios de dicha comisaría. Estos hechos que
tuvieron lugar por un lapso de 20 o 30 minutos. Luego abandonaron la comisaría
Segunda y continuaron su recorrido hasta la Jefatura, lugar al que arribaron a las 9. Al
edificio ingresaron unas 500 personas entre uniformados y personas de civil.
En ese momento, quien se encontraba a cargo dado que el Jefe
de Policía estaba en Casa de Gobierno, ordenó que se cerraran las oficinas,
como también que el personal de Jefatura permanezca en los pasillos. Los
manifestantes ingresaron por una cochera, produciendo también distintas
roturas, luego salieron nuevamente a la calle.
Se dialogó con Duarte y Chas, ambos voceros policiales, a
quienes le comentó que Peña estaba en Casa de Gobierno, intentando encontrar
una solución al conflicto. Además, les pidió que entreguen los patrulleros, con
la intención de contar con una guardia mínima. Ambos se negaron.
El Jefe a cargo volvió a pedir colaboración a los voceros y
les solicitó que entreguen las armas largas y los chalecos. Chas y Duarte
respondieron que no los tenían, aunque la información recibida de las
comisarías daban cuenta que quienes se plegaron a la protesta contaban con el
equipamiento.
Esta situación generó que los pocos policías que habían en
las calles de Resistencia no tuvieran el equipamiento ni los vehículos
necesarios para intentar enfrentar los saqueos que se viralizaban en distintos
supermercados de la ciudad. Para ese
entonces, la capital del Chaco vivía un clima de psicosis y violencia, pocas
veces visto. Supermercados cerrados, gente encerrada en sus casas y robos en
banda por doquier.
Durante la noche, mientras se originaban saqueos, parte de
los policías que se encontraba protestando fuera de la jefatura tomaban bebidas
alcohólicas, mientras insultaban al resto del personal en servicio.
A las 21, funcionarios del gobierno llegaron a la Jefatura. La comitiva
se reunió con los voceros Duarte y Chas. Más tarde se presentó el por ese
entonces ministro de Gobierno, Marcos Verbeek.
La muerte del joven Ricardo Romero, en un intento de saqueo
a un supermercado, y la herida de bala que sufrió el subcomisario, Cristian
Vera -quien murió varias horas después-, precipitó el acuerdo. Con esto, la
protesta terminó. El servicio de seguridad comenzó a normalizarse y el personal
que se encontraba protestando retomó sus funciones.
El daño ya estaba hecho.
Publicado en CHACO DIA POR DIA el 5 de febrero de 2014
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