jueves, 9 de enero de 2014

Un Caballero con poca memoria


Al parecer, el recientemente designado subsecretario de Asuntos Policiales del Chaco, Jorge Edmundo Caballero, tiene memoria selectiva. O al menos eso demostró al momento de declarar en calidad de testigo en el juicio por la denominada “causa Caballero”, en el cual se ventilaron delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. En su declaración dijo que los presos políticos de la alcaidía de Resistencia estaban “en buen estado”, aseguró no haber visto torturas, sostuvo que sólo conoció la picana eléctrica “por comentarios” y destacó que los detenidos “comían bien”. Cuando le preguntaron si recordaba qué ocurrió en el país el 24 de marzo de 1976, de manera insólita respondió: “No me acuerdo”.
Jorge Edmundo Caballero, flamante subsecretario de Asuntos Policiales del Chaco

Caballero es un comisario retirado de la policía chaqueña que el 6 de enero de este año volvió a la actividad de la mano del gobernador en ejercicio, Juan Carlos Bacileff Ivanoff. A partir de esa fecha se convirtió en el nuevo subsecretario de Asuntos Policiales. Tras asumir, se mostró optimista. Prometió “trabajar muchos” para tener “resultados rápidos” en materia de Seguridad.


Tres años antes, el 5 de octubre de 2010, el mismo Caballero se acomodaba en su silla frente a los jueces del Tribunal Oral Federal de Resistencia. Era la 33º jornada del juicio oral en la denominada “causa Caballero” (en referencia al represor Humberto Lucio Caballero), en la cual se ventilaban los tormentos y torturas infligidas contra detenidos por razones políticas antes y durante la última dictadura en el Chaco.

El ahora flamante funcionario fue convocado como testigo por la defensa de los genocidas. Al comenzar su relato, recordó haber iniciado su carrera policial en 1975, para un año después pasar “6 o 7 meses”, destinado a las guardias de la alcaidía de Resistencia. El resto del tiempo lo pasó en administración “en economato”, según precisó.

De acuerdo a la crónica que realizó en ese momento el periodista Marcos Salomón, Caballero no aparentaba los 55 años que declaró tener. Fue muy conveniente a la defensa, que se turnaba para preguntar: Juan Manuel Costilla (defensor oficial), José Oscar Gómez y Ricardo Osuna, principalmente, y también trató de mostrarse como alguien piadoso, presentándose como “católico carismático” y por haber ayudado a presos políticos.

El funcionario declarando como testigo en la "causa Caballero".  
No vio tortura en la Alcaidía: “Conozco la picana por comentarios”, dijo. Aseguró que los presos políticos se encontraban en “buen estado” de salud y físico.
Y se despegó de cualquier contacto con los reclusos: “Yo cuidaba el perímetro externo, no tenía contacto con los presos políticos”. Los suboficiales, que reportaban directamente al jefe de la Alcaidía -Núñez- eran los encargados de vigilar a los presos políticos.

Lo mejor vino cuando contó su trabajo administrativo, en particular como encargado de racionar la comida: “Había pescado de mar y los fines de semana asado. Yo mismo probé por primer vez la merluza”, aseguró Caballero.

Para mostrar su buen trato hacia los presos políticos, el testigo afirmó que facilitó el encuentro de Carlos Aguirre y Pilín Rodríguez con familiares, acto por lo que recibió una recriminación verbal y pasó a realizar trabajos administrativos.

Recordó sus días en la Alcaidía como pocos felices, sobre todo porque “no estaba preparado para esa tarea. Yo me entrené para ser policía”, justificó.

Para tratar de ubicar al testigo en qué meses de 1976 estuvo en la Alcaidía, el presidente del Tribunal Oral Federal, Víctor Antonio Alonso, le preguntó si recordaba qué sucedió el 24 de marzo de 1976: “No me acuerdo… Lo de Margarita Belén…”.

Si bien Caballero admitió que el régimen carcelario de los presos políticos era más estricto, declaró que “estaban en celdas individuales”, que en algunos calabozos de castigo “se guardaban cosas porque no se usaban”, que la comida y era buena y que “había un trato igualitario” entre la población carcelaria.

Sobre ese punto, Alonso lo indagó a fondo, con cara de pocos amigos, llevando al testigo a una zona peligrosa. Otro traspié de Caballero fue cuando el querellante Mario Bosch le preguntó sobre las condiciones carcelarias. Lo llevó a recordar someramente la cantidad de presos políticos en la Alcaidía: entre 50 y 60, con 18 celdas. “Sí, había un poco de hacinamiento”, terminó reconociendo.


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