Jorge
Lestani conoció a Capitanich en una huelga de hambre que casi terminó en
tragedia. Fue en agosto de 2007. El primero todavía era vicario en la Iglesia Catedral
y el segundo era senador y precandidato a gobernador del Chaco. Ambos
coincidieron en una protesta que llevaban adelante casi una veintena de
trabajadores precarizados del plan Jefas y Jefes de Hogar en el cuarto piso de
Casa de Gobierno, quienes exigían su pase a planta. La concentración llevaba ya
una semana y Lestani había llegado al lugar luego de que los manifestantes
pidieran su presencia para que la
Iglesia mediara en el conflicto, que se ponía cada vez más
tenso por la falta de respuestas del gobierno de Nikisch. Jorge Capitanich, en
campaña, también se acercó. En un momento de la protesta, una de las mujeres,
robusta, petisa y desesperada, se apartó del grupo, levantó una pierna, la
otra, y logró subirse a una de las ventanas amenazando con arrojarse al vacío.
Fueron algunos segundos de gritos y corridas. Lestani, Capitanich y varios hombres
más que estaban ahí lograron agarrar a la mujer y convencerla de que se baje.
Era parte del clima que se respiraba en la provincia.
Lestani conoció a Capitanich en 2007 en una huelga de hambre de Jefas y Jefas de Hogar. Foto: Mónica Paris |
Meses
después, ya electo gobernador, Capitanich pensó que Lestani podría ser una
apuesta interesante para el gobierno que comenzaba y no dudó en ofrecerle un
lugar donde podría continuar con su tarea humanitaria pero teniendo a mano
millones de pesos de recursos del Estado: le ofreció ser su primer ministro de
Desarrollo Social. Sorprendido, agradeció el ofrecimiento pero decidió decirle
que no. Tres años más tarde, en 2010, los destinos de ambos se volverían a
cruzar: esta vez el gobernador le pidió que se incorpore al gobierno, pero no
ya como ministro sino como encargado de un proyecto de inclusión social y
asistencia para El Impenetrable. Ahora sí aceptaría la propuesta de Capitanich
pero no sin antes tomar una decisión clave en su vida: renunciar al sacerdocio.
Luego vendría su primer hijo, el peronismo y Crecimiento 2015, el espacio
político donde ahora milita de la mano del diputado nacional, José Mongeló.
***
Lo veo
llegar a través de la ventana del café de Santa María de Oro al 100. Es viernes
por la tarde y está muy nublado. Lestani camina rápido. Es alto y desgarbado. A
los 43 años abandonó la barba de cura y ahora tiene un flequillo que le cuelga
hacia la derecha. Lleva una camisa blanca cruzada por un morral. Cuando entra
al café, saluda con un abrazo y pregunta por la familia. Sus ojos son verdes
profundos, la sonrisa blanca y su forma de hablar sigue siendo la que tenía
cuando era vicario de la
Catedral , tranquila, casi de confesionario.
-¿Por qué
te acercaste al peronismo? -le pregunto a Lestani.
-Como
partido tiene mucha ida y vuelta con la doctrina social de la Iglesia. De hecho la
doctrina peronista es la doctrina social. Por eso me afilié.
-¿Te sentís
kirchnerista?
-El
peronismo es de Perón. (Néstor) Kirchner era peronista. Cristina es Peronista.
Yo creo que cuando aparecen ramas enriquecen. Yo me siento cristiano, humanista
y peronista. Y después se dialoga con el kirchnerismo, con el massismo, con
Gustavo (Martínez), con (Domingo) Peppo. No concibo la política sin diálogo
pero no implica negociar la postura.
-Te lo
pregunto porque el kirchnerismo, en algún momento, tuvo ideas que chocaron con la Iglesia. El tema del
matrimonio igualitario fue uno. ¿Cómo hacés con esas contradicciones?
-Creo que
hay que tener apertura en todo. Dentro de la Iglesia ya me parecía y ahora mucho más. Tener
apertura y dialogar. Después las posturas son las posturas: personales o
grupales. Pero creo que uno tiene que ser coherente en eso. Creo que en
política uno tiene que tener la mente amplia. Eso no implica transar nada. La
sociedad es lo que es. No lo que yo quisiera que fuera.
***
Desde
febrero de este año ya no pertenece al gobierno provincial. Luego de su breve
trabajo en El Impenetrable, Lestani se dedicó a los hogares de personas que
viven en situación de calle y luego pasó a microcréditos donde, dice, se
hicieron muy buenos trabajos con gente que recibía unos mil pesos de capital
inicial y pudo ir progresando de a poco. Recuerda el caso de doña Tomasa, una
vecina de Fontana, quien de estar llena de deudas pasó a tener un kiosco y
luego un maxikiosco. Con el último cambio de gabinete y el apartamiento de Roberto
Lugo del el Ministerio de Desarrollo Social, se fue del Gobierno.
-¿Cómo
llegaste a Mongeló?
-A finales
de agosto del año pasado José me invitó a una reunión y me impactó su proyecto,
su estilo. Ya lo conocía: un tipo simple, muy del montón, muy llano. Siempre le
valoré su llaneza. Con él hubo buen ida y vuelta. Me dijo: "Venite que
vamos a armar unas mesas para pensar el tema de obras de gobierno". Eso me
enganchó. No me dijo: "Tengo tres o cuatro líneas". Me dijo:
"Queremos armar la plataforma". Ya en mi secundario venía con eso de
que el político sin plataforma es del medio pelo.
-Ahora que
estás en política partidaria, ¿cambió tu mirada de la Iglesia ?
-En su
momento pedí algunos cambios y la
Iglesia me respondió con el Papa Francisco. De todas maneras
cuando la opción por una institución te toca la cuna, tus convicciones, eso es
algo que no se negocia.
-¿Cómo es
eso?
-Es decir,
cuando las convicciones personales que mamaste desde la cuna entran en
contradicción con el propio trabajo, listo, hasta acá llegamos. Se hablo una,
dos, tres veces. Pero como le dije a una señora el otro día que es catequista
en el Don Bosco, mi entredicho fue con la Iglesia de Resistencia de ese momento.
-¿Cuál fue
el entredicho?
-Más que
nada posturas. Se dialogó una Catedral hacia afuera, una presencia social. De
hecho yo veía que se valoraba mucho más el trabajo de afuera de la Iglesia que el trabajo de
adentro. Y bueno, no vi ese ida y vuelta y decidí renunciar.
- Vos
tenías un proyecto de asistencia social para El Impenetrable. ¿La Iglesia te dijo que no?
-Sí, y me
parecía que era bueno, no para la política, sino para la Iglesia.
-¿Estás
enojado con la Iglesia ?
-No, no
tengo rencor. Me siento hijo de la Iglesia. Mi militancia política la vivo como
miembro de la Iglesia. Es
parte de mi ser. Cuando me vi por primera vez con (el actual Arzobispo de Resistencia)
Ramón Dus le dije que cuente conmigo. Y él sabe que cuenta conmigo.
-¿Vas a
volver al sacerdocio?
-No.
Renuncié de manera indeclinable.
-¿Te
arrepentís de eso?
-No -dice
con énfasis-. Me costó más que asumir el celibato. Además fue una decisión
reposada durante tres años y dialogada con el Obispo, con Roberto Silva, que
era mi párroco. Fue un diálogo casi diario.
-Ahora
formaste una familia.
-Sí, vida
laical, con todo su rigor. Tengo un hijo, mi mujer y dos perros. Mi hijo tiene
dos años y un mes, Juan Pablo -muestra la foto en el fondo de pantalla de su
celular-. Pero no me arrepiento del sacerdocio. Fue una etapa donde serví hasta
el último minuto y ahora estoy en otra etapa donde tengo la misma pasión del
principio. Yo no dejé de ser sacerdote, seguiré siendo sacerdote, sólo dejé de
ejercer.
-Como
sacerdote retirado y con familia, ¿qué pensás ahora del celibato?
-Yo escribí
un articulito diciendo que es algo que necesita debate en varios temas: está el
tema de la casa de los curas y el servicio social de nuestra mutual. También
está el problema de la cuestión económica. Francisco tiene a este tema en
agenda.
-¿Creés que
sería un paso positivo, entonces?
-Si se va a
sacar de un plumazo, no va a ser bueno. Nada hecho de un plumazo luego de mil
años de estar vigente es bueno. Si se tira a la retranca tampoco. Pero sí
debatirlos. De hecho ya hay en la
Iglesia oriental la experiencia de los curas casados con
obispos solteros y no es mala, al contrario, es muy rica. Está en la agenda de
Bergoglio y sé la valentía de él para tratarla.
-¿Notás
alguna similitud entre lo que es hacer política desde la Iglesia y desde un
partido?
-La única
similitud es que uno es uno. Y lo que uno opina lo sigue opinando.
-¿Qué creés
que hace falta en el Chaco?
-Te digo la
propuesta de Crecimiento que es la mía. Primero me parece que en el estilo de
hacer política hay que hacer un salto de humanidad. Dejar de gastar tanto, por
lo menos en lo que no reporta y hacer un gasto más racional.
-¿En qué
sentido?
-Menos
publicidad y más hospitales, por decirlo de alguna manera. Hay que humanizar la
política. Estar presente es clave, enseña al gobernante y al militante. En los
cuatro años que estuve en la función pública nunca tuve escritorio. Ni quiero
tampoco. De mi tía Dora que fue ministra de Economía aprendí que no hay que
dejar de subirse a los colectivos. Porque en el colectivo escuchás un montón de
cosas.
-¿Qué
posibilidades le ves a Mongeló?
-Si uno
mira el numerito de la encuesta tenés el peligro de caer en la trampa de dos o
tres que salen a preguntar. Y prefiero preguntar yo. Igual y creo que hablo
también por José, no me preocupa. Posibilidad real hay, sino no estaríamos
militando.
-Al
peronismo chaqueño, ¿cómo lo ves para las elecciones?
-Me
gustaría verlo más unido. Y algo que no me gusta es que no haya la posibilidad
de matices dentro del mismo peronismo y que haya mucha rivalidad de candidatos.
-¿Y vos
cómo te ves?
-Militando.
***
Hace un
rato largo terminé mi café y él su Sprite. Le propongo ir a la Catedral. Quería
ver su reacción al volver al lugar que lo vio crecer dentro de su carrera
religiosa y que lo posicionó ante la sociedad chaqueña como uno de los pocos
sacerdotes que se animaba a poner el cuerpo cuando había problemas. Me dice que
desde que dejó el sacerdocio, hace cinco años, que no pisa la Catedral. Él explica que
no es que lo hace porque no quiere volver, al contrario. Sin embargo considera
que su presencia puede llegar a distraer a la gente durante las misas.
"En su
momento le dije a Silva: ‘No quiero que en lugar de mirar al frente estén
mirando atrás'", explica. "Y a mí me ha pasado con otros. Aparece un
exseminarista o un exsacerdote y distrae. Por cariño con los demás hermanos no
quiero que la gente esté mirando al costado. Volví al Obispado dos o tres veces
pero lo demás en casa, sigo las misas por Youtube", cuenta.
Pasamos el
estacionamiento interno de la
Catedral y entramos por el sector de administración. En el
lugar hay un joven de unos treinta y largos, sentado en un banco, con los
brazos cruzados, esperando. De las paredes cuelgan varios pizarrones violetas
con avisos parroquiales.
"Hola
Jorge, como andas", le dice una señora de unos cincuenta y tantos, muy
cuidada. Lestani se agacha leve, la saluda con dos besos y una sonrisa. La
señora se aleja un poco y se queda mirando la escena unos segundos más, como
sorprendida de su presencia.
Falta un
rato para la misa de las 20 y dentro de la capilla hay un grupo de gente
rezando de pie junto a las imágenes religiosas de los muros. Se escucha el eco
metálico de las plegarias y de los pasos, como de bóveda. No tengo idea qué
está pasando. Le pregunto a Lestani y me explica que están haciendo el vía
crucis.
"Lo
ando buscando a Mario", les dice ahora Lestani a Diego Ballesta y a José
Alvaredo, ambos canosos, ambos del Consejo Económico de la Catedral. Responden
que no está, que se fue a la imprenta de una tal Marcela, por Salta y Belgrano.
-¿Querés ir
a verlo -me pregunta Lestani.
Nos vamos
para la imprenta de Marcela. Caminamos unas cuadras y de paso me explica que
actualmente la cadena de mando de la Catedral está conformada por Alberto Fogar, que
es el párraco de la
Iglesia. Lo secundan los vicarios, Marcelo Sánchez y Mario
Tridelo, a quien ahora estamos intentando rastrear.
Lestani
hace unos llamados con su celular a ver si finalmente se puede dar el encuentro
con Mario. Finalmente Lestani da con Marcela, la dueña de la imprenta. Le dice
que Mario ya no está, que pasó esta tarde pero ya se fue y que no sabe a dónde.
"Cuando
lo veas decile que lo quiero saludar. Cada vez que uno puede el otro no puede y
así", le dice a Marcela. Le pregunto a Lestani si Mario va a volver a la Catedral a dar misa esta
noche. Elucubra que si ya lo hizo por la mañana quizás ya no vuelva. Tiramos la
toalla: el encuentro de un excura con uno en funciones hoy no se va a poder
dar.
***
Decidimos
pegar la vuelta para terminar la nota haciendo algunas fotos frente a la Catedral. De paso, le
pregunto si le molesta estar siempre pegado a la cuestión eclesiástica y que
siempre lo recuerden por su paso por la Iglesia. Pienso en
los trabajos anteriores que cada persona tuvo en su vida y la verdad que no es
algo cómodo que le saquen fotos a uno con el frente del edificio en donde
trabajaba hace cinco años. Lestani me dice que no, que no le molesta para nada.
"Fue
mi vida. Es mi historia. Y hay que agregar que se me conoce por acá",
dice, en referencia a la
Catedral. "Incluso en la calle me dicen: ‘¡Eh, Padre!'.
Y yo los saludo. Recuerdo alguna vez que he estado con mi hijo Juan Pablo
encima, con el cangurito, y me saludaban así. Qué va' ser".