martes, 31 de marzo de 2015

CRÓNICAS DE CAMPAÑA: Jorge Lestani, el (ex) cura peronista



Jorge Lestani conoció a Capitanich en una huelga de hambre que casi terminó en tragedia. Fue en agosto de 2007. El primero todavía era vicario en la Iglesia Catedral y el segundo era senador y precandidato a gobernador del Chaco. Ambos coincidieron en una protesta que llevaban adelante casi una veintena de trabajadores precarizados del plan Jefas y Jefes de Hogar en el cuarto piso de Casa de Gobierno, quienes exigían su pase a planta. La concentración llevaba ya una semana y Lestani había llegado al lugar luego de que los manifestantes pidieran su presencia para que la Iglesia mediara en el conflicto, que se ponía cada vez más tenso por la falta de respuestas del gobierno de Nikisch. Jorge Capitanich, en campaña, también se acercó. En un momento de la protesta, una de las mujeres, robusta, petisa y desesperada, se apartó del grupo, levantó una pierna, la otra, y logró subirse a una de las ventanas amenazando con arrojarse al vacío. Fueron algunos segundos de gritos y corridas. Lestani, Capitanich y varios hombres más que estaban ahí lograron agarrar a la mujer y convencerla de que se baje. Era parte del clima que se respiraba en la provincia.


Lestani conoció a Capitanich en 2007 en una huelga de hambre de Jefas y Jefas de Hogar. Foto: Mónica Paris 


Meses después, ya electo gobernador, Capitanich pensó que Lestani podría ser una apuesta interesante para el gobierno que comenzaba y no dudó en ofrecerle un lugar donde podría continuar con su tarea humanitaria pero teniendo a mano millones de pesos de recursos del Estado: le ofreció ser su primer ministro de Desarrollo Social. Sorprendido, agradeció el ofrecimiento pero decidió decirle que no. Tres años más tarde, en 2010, los destinos de ambos se volverían a cruzar: esta vez el gobernador le pidió que se incorpore al gobierno, pero no ya como ministro sino como encargado de un proyecto de inclusión social y asistencia para El Impenetrable. Ahora sí aceptaría la propuesta de Capitanich pero no sin antes tomar una decisión clave en su vida: renunciar al sacerdocio. Luego vendría su primer hijo, el peronismo y Crecimiento 2015, el espacio político donde ahora milita de la mano del diputado nacional, José Mongeló.

***

Lo veo llegar a través de la ventana del café de Santa María de Oro al 100. Es viernes por la tarde y está muy nublado. Lestani camina rápido. Es alto y desgarbado. A los 43 años abandonó la barba de cura y ahora tiene un flequillo que le cuelga hacia la derecha. Lleva una camisa blanca cruzada por un morral. Cuando entra al café, saluda con un abrazo y pregunta por la familia. Sus ojos son verdes profundos, la sonrisa blanca y su forma de hablar sigue siendo la que tenía cuando era vicario de la Catedral, tranquila, casi de confesionario.

-¿Por qué te acercaste al peronismo? -le pregunto a Lestani.

-Como partido tiene mucha ida y vuelta con la doctrina social de la Iglesia. De hecho la doctrina peronista es la doctrina social. Por eso me afilié.

-¿Te sentís kirchnerista?

-El peronismo es de Perón. (Néstor) Kirchner era peronista. Cristina es Peronista. Yo creo que cuando aparecen ramas enriquecen. Yo me siento cristiano, humanista y peronista. Y después se dialoga con el kirchnerismo, con el massismo, con Gustavo (Martínez), con (Domingo) Peppo. No concibo la política sin diálogo pero no implica negociar la postura.

-Te lo pregunto porque el kirchnerismo, en algún momento, tuvo ideas que chocaron con la Iglesia. El tema del matrimonio igualitario fue uno. ¿Cómo hacés con esas contradicciones?

-Creo que hay que tener apertura en todo. Dentro de la Iglesia ya me parecía y ahora mucho más. Tener apertura y dialogar. Después las posturas son las posturas: personales o grupales. Pero creo que uno tiene que ser coherente en eso. Creo que en política uno tiene que tener la mente amplia. Eso no implica transar nada. La sociedad es lo que es. No lo que yo quisiera que fuera.

***

Desde febrero de este año ya no pertenece al gobierno provincial. Luego de su breve trabajo en El Impenetrable, Lestani se dedicó a los hogares de personas que viven en situación de calle y luego pasó a microcréditos donde, dice, se hicieron muy buenos trabajos con gente que recibía unos mil pesos de capital inicial y pudo ir progresando de a poco. Recuerda el caso de doña Tomasa, una vecina de Fontana, quien de estar llena de deudas pasó a tener un kiosco y luego un maxikiosco. Con el último cambio de gabinete y el apartamiento de Roberto Lugo del el Ministerio de Desarrollo Social, se fue del Gobierno.



-¿Cómo llegaste a Mongeló?

-A finales de agosto del año pasado José me invitó a una reunión y me impactó su proyecto, su estilo. Ya lo conocía: un tipo simple, muy del montón, muy llano. Siempre le valoré su llaneza. Con él hubo buen ida y vuelta. Me dijo: "Venite que vamos a armar unas mesas para pensar el tema de obras de gobierno". Eso me enganchó. No me dijo: "Tengo tres o cuatro líneas". Me dijo: "Queremos armar la plataforma". Ya en mi secundario venía con eso de que el político sin plataforma es del medio pelo.

-Ahora que estás en política partidaria, ¿cambió tu mirada de la Iglesia?

-En su momento pedí algunos cambios y la Iglesia me respondió con el Papa Francisco. De todas maneras cuando la opción por una institución te toca la cuna, tus convicciones, eso es algo que no se negocia.

-¿Cómo es eso?

-Es decir, cuando las convicciones personales que mamaste desde la cuna entran en contradicción con el propio trabajo, listo, hasta acá llegamos. Se hablo una, dos, tres veces. Pero como le dije a una señora el otro día que es catequista en el Don Bosco, mi entredicho fue con la Iglesia de Resistencia de ese momento.

-¿Cuál fue el entredicho?

-Más que nada posturas. Se dialogó una Catedral hacia afuera, una presencia social. De hecho yo veía que se valoraba mucho más el trabajo de afuera de la Iglesia que el trabajo de adentro. Y bueno, no vi ese ida y vuelta y decidí renunciar.

- Vos tenías un proyecto de asistencia social para El Impenetrable. ¿La Iglesia te dijo que no?

-Sí, y me parecía que era bueno, no para la política, sino para la Iglesia.

-¿Estás enojado con la Iglesia?

-No, no tengo rencor. Me siento hijo de la Iglesia. Mi militancia política la vivo como miembro de la Iglesia. Es parte de mi ser. Cuando me vi por primera vez con (el actual Arzobispo de Resistencia) Ramón Dus le dije que cuente conmigo. Y él sabe que cuenta conmigo.

-¿Vas a volver al sacerdocio?

-No. Renuncié de manera indeclinable.

-¿Te arrepentís de eso?

-No -dice con énfasis-. Me costó más que asumir el celibato. Además fue una decisión reposada durante tres años y dialogada con el Obispo, con Roberto Silva, que era mi párroco. Fue un diálogo casi diario.

-Ahora formaste una familia.

-Sí, vida laical, con todo su rigor. Tengo un hijo, mi mujer y dos perros. Mi hijo tiene dos años y un mes, Juan Pablo -muestra la foto en el fondo de pantalla de su celular-. Pero no me arrepiento del sacerdocio. Fue una etapa donde serví hasta el último minuto y ahora estoy en otra etapa donde tengo la misma pasión del principio. Yo no dejé de ser sacerdote, seguiré siendo sacerdote, sólo dejé de ejercer.

-Como sacerdote retirado y con familia, ¿qué pensás ahora del celibato?

-Yo escribí un articulito diciendo que es algo que necesita debate en varios temas: está el tema de la casa de los curas y el servicio social de nuestra mutual. También está el problema de la cuestión económica. Francisco tiene a este tema en agenda.

-¿Creés que sería un paso positivo, entonces?
-Si se va a sacar de un plumazo, no va a ser bueno. Nada hecho de un plumazo luego de mil años de estar vigente es bueno. Si se tira a la retranca tampoco. Pero sí debatirlos. De hecho ya hay en la Iglesia oriental la experiencia de los curas casados con obispos solteros y no es mala, al contrario, es muy rica. Está en la agenda de Bergoglio y sé la valentía de él para tratarla.



-¿Notás alguna similitud entre lo que es hacer política desde la Iglesia y desde un partido?

-La única similitud es que uno es uno. Y lo que uno opina lo sigue opinando.

-¿Qué creés que hace falta en el Chaco?

-Te digo la propuesta de Crecimiento que es la mía. Primero me parece que en el estilo de hacer política hay que hacer un salto de humanidad. Dejar de gastar tanto, por lo menos en lo que no reporta y hacer un gasto más racional.

-¿En qué sentido?

-Menos publicidad y más hospitales, por decirlo de alguna manera. Hay que humanizar la política. Estar presente es clave, enseña al gobernante y al militante. En los cuatro años que estuve en la función pública nunca tuve escritorio. Ni quiero tampoco. De mi tía Dora que fue ministra de Economía aprendí que no hay que dejar de subirse a los colectivos. Porque en el colectivo escuchás un montón de cosas.

-¿Qué posibilidades le ves a Mongeló?

-Si uno mira el numerito de la encuesta tenés el peligro de caer en la trampa de dos o tres que salen a preguntar. Y prefiero preguntar yo. Igual y creo que hablo también por José, no me preocupa. Posibilidad real hay, sino no estaríamos militando.

-Al peronismo chaqueño, ¿cómo lo ves para las elecciones?

-Me gustaría verlo más unido. Y algo que no me gusta es que no haya la posibilidad de matices dentro del mismo peronismo y que haya mucha rivalidad de candidatos.

-¿Y vos cómo te ves?

-Militando.

***

Hace un rato largo terminé mi café y él su Sprite. Le propongo ir a la Catedral. Quería ver su reacción al volver al lugar que lo vio crecer dentro de su carrera religiosa y que lo posicionó ante la sociedad chaqueña como uno de los pocos sacerdotes que se animaba a poner el cuerpo cuando había problemas. Me dice que desde que dejó el sacerdocio, hace cinco años, que no pisa la Catedral. Él explica que no es que lo hace porque no quiere volver, al contrario. Sin embargo considera que su presencia puede llegar a distraer a la gente durante las misas.

"En su momento le dije a Silva: ‘No quiero que en lugar de mirar al frente estén mirando atrás'", explica. "Y a mí me ha pasado con otros. Aparece un exseminarista o un exsacerdote y distrae. Por cariño con los demás hermanos no quiero que la gente esté mirando al costado. Volví al Obispado dos o tres veces pero lo demás en casa, sigo las misas por Youtube", cuenta.

La Iglesia más importante de la provincia queda a una cuadra desde donde estamos. La idea de Lestani es encontrarse con el vicario, Mario Tridelo. Mientras caminamos le pregunto de qué temas hablan un cura con un excura. "Ahora vamos a ver", dice.

Pasamos el estacionamiento interno de la Catedral y entramos por el sector de administración. En el lugar hay un joven de unos treinta y largos, sentado en un banco, con los brazos cruzados, esperando. De las paredes cuelgan varios pizarrones violetas con avisos parroquiales.

"Hola Jorge, como andas", le dice una señora de unos cincuenta y tantos, muy cuidada. Lestani se agacha leve, la saluda con dos besos y una sonrisa. La señora se aleja un poco y se queda mirando la escena unos segundos más, como sorprendida de su presencia.

Falta un rato para la misa de las 20 y dentro de la capilla hay un grupo de gente rezando de pie junto a las imágenes religiosas de los muros. Se escucha el eco metálico de las plegarias y de los pasos, como de bóveda. No tengo idea qué está pasando. Le pregunto a Lestani y me explica que están haciendo el vía crucis.

"Lo ando buscando a Mario", les dice ahora Lestani a Diego Ballesta y a José Alvaredo, ambos canosos, ambos del Consejo Económico de la Catedral. Responden que no está, que se fue a la imprenta de una tal Marcela, por Salta y Belgrano.

-¿Querés ir a verlo -me pregunta Lestani.

Nos vamos para la imprenta de Marcela. Caminamos unas cuadras y de paso me explica que actualmente la cadena de mando de la Catedral está conformada por Alberto Fogar, que es el párraco de la Iglesia. Lo secundan los vicarios, Marcelo Sánchez y Mario Tridelo, a quien ahora estamos intentando rastrear.

Lestani hace unos llamados con su celular a ver si finalmente se puede dar el encuentro con Mario. Finalmente Lestani da con Marcela, la dueña de la imprenta. Le dice que Mario ya no está, que pasó esta tarde pero ya se fue y que no sabe a dónde.



"Cuando lo veas decile que lo quiero saludar. Cada vez que uno puede el otro no puede y así", le dice a Marcela. Le pregunto a Lestani si Mario va a volver a la Catedral a dar misa esta noche. Elucubra que si ya lo hizo por la mañana quizás ya no vuelva. Tiramos la toalla: el encuentro de un excura con uno en funciones hoy no se va a poder dar.

***

Decidimos pegar la vuelta para terminar la nota haciendo algunas fotos frente a la Catedral. De paso, le pregunto si le molesta estar siempre pegado a la cuestión eclesiástica y que siempre lo recuerden por su paso por la Iglesia. Pienso en los trabajos anteriores que cada persona tuvo en su vida y la verdad que no es algo cómodo que le saquen fotos a uno con el frente del edificio en donde trabajaba hace cinco años. Lestani me dice que no, que no le molesta para nada.


"Fue mi vida. Es mi historia. Y hay que agregar que se me conoce por acá", dice, en referencia a la Catedral. "Incluso en la calle me dicen: ‘¡Eh, Padre!'. Y yo los saludo. Recuerdo alguna vez que he estado con mi hijo Juan Pablo encima, con el cangurito, y me saludaban así. Qué va' ser".

No hay comentarios:

Publicar un comentario