Será su primera aparición pública tras el regreso de Jorge
Capitanich a la gobernación del Chaco. Hay expectativas por lo que pueda llegar
a decir. El panorama político del PJ chaqueño, de cara a las Primarias de mayo,
se modificó sustancialmente con el regreso del ex Jefe de Gabinete. Y, junto
con la vuelta, la alicaída precandidatura a gobernador del senador Eduardo
Aguilar, delfín de Capitanich, parece tomar un nuevo envión. Gustavo Martínez,
el hombre que reaparecerá este sábado 7 de marzo, lo sabe. Y no le gusta. Nunca le gustó
Aguilar. El intendente de Villa Ángela, Domingo Peppo, es su candidato. Peppo
es su aliado y es peronista, dice Martínez. Aguilar, no. Peppo tiene el apoyo
de la militancia y de los intendentes, dice. Aguilar no tiene nada. Hoy,
Gustavo Martínez, hombre fuerte del PJ de Resistencia, reaparecerá en público y
se espera que salga con los tapones de punta reclamando candidaturas y espacios
de poder. Pero eso sucederá en un rato más.
Son las 9.30 y estoy
en uno de los galpones del predio que tiene la Sociedad Rural en la
intersección de las avenidas MacLean y Alvear. Adentro, hay cientos de sillas
blancas y negras distribuidas por todo el lugar. En las paredes ya están colgadas banderas de los
dirigentes, movimientos sociales, agrupaciones peronistas y sindicatos que marcan su presencia. Una
cámara con trípode está apostada frente al atril que usará Martínez en unos
minutos. Como telón de fondo, un banner azul y naranja que dice que “el futuro
está con Gustavo”.
Afuera, comienzan a llegar los militantes. La mayoría son
jóvenes, menores de 30 años. Vienen en motos, algunos llegan en colectivo,
otros en camionetas o autos particulares. Traen carteles, paraguas, pasacalles,
gorras y remeras. Todos mencionan al
circuito o localidad de donde provienen, el dirigente que los conduce y, por
supuesto, el apoyo al líder.
Mi contacto en el gustavismo es Oscar Liébana, ex preso político y militante de la vieja guardia del PJ chaqueño. Días antes, en su cuenta de Facebook, le puso pimienta al encuentro, luego de las críticas que generó esta apuesta de Gustavo hacia adentro del “coquismo”. “Aflojen un toque, dejen de operar con tanto ahínco para bajarle el costo. ¿Qué les pasa? El sábado, en Resistencia, Gustavo Martínez convoca a la Militancia Peronista para hablar de peronismo ¿Qué los aterra? ¿Que ‘los morochitos junta-votos’ se subleven y pateen el ‘prolijito armado de la intelligenzia colgada del saco de Coqui (Capitanich)?”, escribió.
Oscar peina canas. Tiene el rostro pálido, cejas tupidas y
los labios finos. Cuenta que no anda bien de salud, que tiene algunos problemas
en la vista pero que el médico le dijo que por el momento no lo iba a operar
porque iba a ver exactamente igual. Mientras charlamos aparece con barba
blanca, el exsenador Fabio Biancalani. Se lo ve de buen humor, muy locuaz, con
la pelada y panza de siempre. Lo saluda a Oscar con mucha confianza. Liébana le
comenta que hablábamos de su ojo. Biancalani explica que seguramente es el
estrés. Dice que según los médicos, el estrés “es peor que la droga y el
alcohol”. De paso, muestra las cicatrices que tiene en el antebrazo, el
esternón y el cuello, todas marcas de operaciones cardiovasculares.
—Cuando vos llegás al pico de estrés todo esto hace
prrrrrrup, para abajo –explica Biancalani, mientras mueve sus manos como si se
derrumbara un edificio de seis pisos-. El stress te hace mierda el organismo.
—¿Eso hace la política? –le pregunto a Biancalani.
—Nooo, para nada. Esto es por la sucesión de papá, me tiene
mal hasta ahora. Para mí, esto… (abre los brazos, cierra los ojos y levanta
levemente el mentón, en referencia al acto que se va a venir)… esto, a mí, me
renueva –dice, mientras se retira hacia afuera del galpón.
***
Antes que le pregunte nada, Liébana me acerca a Soledad
Solsona, una joven militante del PJ de Resistencia, que hace tiempo trabaja con
Gustavo Martínez. Liébana la presenta como la secretaria de Martínez y dice que
es el nexo para charlar con algunos dirigentes barriales, que es a lo que vine.
Soledad es rubia platinada, habla redondeando las palabras,
es clara y nunca se desprende de su cigarrillo. Pareciera que conoce a todos
los que están en el acto. Tiene 37 años y comenzó a militar en el peronismo
“prendida del pantalón” de su papá, Eduardo “Noni” Solsona, quien formó parte
del gobierno de Rafael González, en su paso por la intendencia de Resistencia y
del directorio de Sameep, con Florencio Tenev. Lo conoce a Martínez desde
cuando ambos militaban en la JP. Ahora ella trabaja en el local que tiene la
Corriente de Expresión Peronista por Avenida 25 de Mayo 421. “Gustavo me enseñó
a saberme los nombres de los compañeros. De dónde vienen, de qué barrio son,
cuál es la situación de la familia”, me dirá después.
El salón comienza a llenarse. Al primero que me presenta Soledad es a Víctor “Polaco” Cardozo, de 70 años, canoso él. Está vestido con una chomba blanca con detalles azules, de un lado del pecho tiene la bandera argentina y del otro el escudo justicialista junto a la frase “Frente GM Conducción”.
“Pasé toda mi vida en el peronismo”, recuerda Polaco, que
milita desde los 17 años. Pertenece al circuito 14, con jurisdicción en
cercanías del campus de la UNNE en Resistencia. “Es un circuito bastante
complicado por el hecho de que tenés que trabajar con personas que vienen de
otro lado, que no nacieron acá”, dice. “Nosotros tenemos buena predisposición y
somos del barrio, entonces nos tiene confianza. Y creo que eso es el peronismo:
tenemos que ser gente respetable dentro del barrio”, explica. A Martínez lo conoce
desde “muy criatura” por el hecho de que trabajó con el padre, Gustavo Martínez
Campos, actual diputado nacional. “Y la verdad que no me sorprende su
crecimiento político. Desde chiquito mamó el peronismo”.
Ahora estamos afuera del salón. El sol y la humedad comienzan a sentirse. Ayelén Duarte y Virginia Insaurralde están uniformadas: galera violeta, de esas de cotillón, con las letras JP en naranja y la remera blanca con la leyenda “Gustavo construye futuro”, la oficial de la campaña. Tienen poco más de 20 años.
Ayelén cuenta que al peronismo lo heredó de su mamá. “Ella está acostumbrada a lo que es el peronismo puro. Yo me crié en el peronismo puro, lo viví en mi casa. Y creo que Gustavo es quien más se asemeja a mi manera de pensar”, dice. Virginia también habla de pureza peronista. “Gustavo es un militante peronista que sale y recorre los barrios. Como él lo dijo en el acto en la despedida de año en For Ever, hay que seguir a las personas que mantienen la doctrina peronista y no a aquellas que quieren darle un giro al peronismo. Me parece que el peronismo es de Perón y de Evita”, asegura.
—¿Pensás que hay alguien que quiere modificar esa doctrina? –pregunto a Virginia, mientras que en toda la Rural se escucha muy fuerte la marcha peronista.
—No sé si hay gente que quiere modificarla pero sí que hay gente que quiere poner caras bonitas al peronismo y nosotros tenemos que buscar que el peronismo siga por su doctrina, que es lo que nos hace patear a todos para el mismo lado, que es lo que decía Perón, y me parece que (Martínez) es una de las pocas personas que mantiene la doctrina peronista pura –dice Virginia.
El concepto de “peronismo puro” se repite y me llama la atención. ¿Existirá algo que pueda denominarse así después de casi 70 años de existencia del justicialismo? ¿Puede existir el grado cero de la doctrina de Perón? Para Ayelén y Virginia aparentemente eso es posible y su mejor exegeta es Martínez.
Agustina Pintos es referente de la organización “Valentía y Lucha. La Victoria”. Tiene tres hijos adolescentes. Es ancha y se le notan los brazos fuertes. “Nosotros tenemos varios trabajos. Tenemos cooperativas que construyen casas, becados que hacen desmalezamiento, Argentina Trabaja que también hace desmalezamiento, también estamos trabajando en la chacra 213 y en la 138 y en algunos barrios con algunas intervenciones. Así que estamos a full”, enumera. Hace tres años, junto con la cooperativa a la que pertenece, también levantó la casa en la que actualmente vive, en Arbo y Blanco al 3300, en el ex Campo de Tiro.
—¿Cómo llegaste a Martínez?
—Por una necesidad, porque al ser referente tengo que buscar soluciones para el barrio, para la comunidad. Entonces cuando le golpeamos la puerta, él nos atendió. Hace cuatro años que venimos trabajando. También se lo debemos mucho al gobernador Capitanich. Estamos para apoyar. Tratamos de ser justos y cuidar a los militantes que nos quedan. Porque somos todos peronistas.
Es bajita pero rotunda. Alicia Sosa milita en el peronismo desde muy joven. Eso, cuenta, le generó problemas durante el gobierno de la Alianza que incluso la llevó a que la despidan de Salud Pública donde se desempeñaba como auxiliar de enfermería. “A pesar de eso seguí militando para el peronismo en Barranqueras. Después me casé y vine a vivir a Resistencia. Ahí hice contacto con Gustavo Martínez, hablamos y desde hace 20 años milito con él”, cuenta. Ahora es presidenta del Circuito 21, que abarca los barrios y asentamientos de una alta vulnerabilidad social, como lo son Villa Elba, Lote 216, 217, Villa Don Santiago, Ángel de la Guarda, Mapic, una parte del Toba y otra de Villa Ghío, entre otros.
Juan Meana es vocal de Sameep. Sole lo presenta como uno de los militantes del “Luche y Vuelve”. También fue preso político: lo detuvieron el 4 de abril de 1976. Estuvo ocho meses detenido por organizar, como contador, a cooperativas de hacheros y ladrilleros en el interior del Chaco. Se quiebra al recordar el Mundial del 78, cuando desde Presidencia de Plaza, mientras todos festejaban, él se encerraba en el baño a llorar por sus compañeros detenidos y desaparecidos. Quiere contar muchas cosas sobre el peronismo de la resistencia, me dice que tiene mucho material que me puede servir y se vuelve a quebrar al recordar algunos momentos de la represión ilegal. Sobre Martínez, confiesa que su relación viene de herencia familiar: en el pasado trabajó con su padre. “Yo lo he visto trabajar a Gustavo casa por casa y la verdad que a mí me cuesta, con la edad que tengo, seguirle el paso”, dice Meana en relación al dirigente de 39 años. “Para nosotros, Gustavo es un conductor y lo que él nos diga, lo vamos a hacer”.
***
El plenario estaba convocado para las 10 pero ya son las 11
menos cuarto. El salón está casi colmado y es un horno. El único aire que corre
provine de algunos ventiladores de pie. Por lo menos, al ingreso, está apostada
una mesita donde dos mujeres, una joven con la remera blanca de Gustavo y la
otra más entrada en años, te sirven agua con hielo. La única condición que
ponen es que después de tomar se deje el vasito porque casi no tienen.
Mientras comienzo a tomar algunas notas, un hombre de unos treinta y largos, vestido con una camiseta de Argentina se me acerca. Me dice algo, pero los bombos, los redoblantes y el locutor no me permiten escucharlo.
— Compañero, me presta un papel y la birome.
Se los doy y comienza a garabatear algunas palabras. “Hermano Che, todos con Gustavo”, escribe. Es el mensaje que luego se lo pasará al locutor para que lo lea. Arranco la hoja y se la entrego.
—Muchas gracias, compañero. ¿Quiere que le lleve el suyo? –me pregunta.
Unos segundos después aparece una mujer con dos chicas de unos veintitantos. También me piden papel y algo para escribir. “Circuito 19 B. JP, acompaña”, escribe una de ellas. Al rato, un hombre de anteojos, camisa y gorra me hace el mismo pedido. Es el concejal de Puerto Vilelas, Anibal De León que quiere que el locutor le diga a todo el auditorio que Anibal De León acompaña a Gustavo Martínez. Tomo algunas notas de esto. Me vuelve a dictar su nombre, por si no lo escribí bien. Unos segundos después, De León se vuelve a acercar.
—¿Pusiste que Aníbal De León, concejal de Vilelas, acompaña a Gustavo?
— Así es –le digo y me percato de que hay un cartel en uno de los muros del local donde se lee “De León 2015”.
***
Son las 11 y Gustavo no llega. Supongo que debe ser algo
común en los encuentros proselitistas. Esperar a los que vienen de más lejos para
avivar el acto. Acto que, por cierto, fue promocionado hasta el hartazgo en
radio, tele e internet, en sintonía con el fuerte despliegue de propaganda que
viene montando Martínez con una inversión difícil de calcular.
— ¡Ahí llegó Gustavo! –me dice excitada la mujer que hace un rato me había pedido papel mientras me señala la puerta de entrada.
Los que estamos en esa zona miramos hacia allá pero ahí no hay ningún Gustavo. De repente, comienza a escucharse su voz en los altorparlantes. Son las 11 y cinco y Martínez hace su aparición directamente en el escenario. Cuando el locutor lo presenta, comienzan a redoblar los bombos y los aplausos. Tiene camisa blanca a rayas azules, su barba candado minimalista y su flequillo transpirado. De a poco los aplausos y redoblantes comienzan a silenciarse. El líder va a hablar.
El escenario está lleno de dirigentes y políticos, pero los principales, los que están sentados ahora en primera fila son: el presidente del bloque del PJ, Ricardo Sánchez; el exministro de Salud, Francisco Baquero; la presidenta del Idach, Andrea Charole; el diputado nacional y padre del líder, Gustavo Martínez Campos y el exsenador Biancalani.
Tras agradecer la presencia de la militancia peronista, pedir que bajen las banderas y que los de adelante se corran hacia los laterales del salón así nadie se pierde los detalles del plenario, Gustavo reconoce que es un momento de definiciones para el peronismo chaqueño. Se lo escucha algo disfónico.
Llama a la unidad, entendida esta como un pacto de no agresión con el coquismo, a pesar de la histórica puja que hay entre ambos sectores. También reclama que se reconozca el trabajo de los militantes del peronismo y deja en claro algunas definiciones: apoyo irrestricto a Domingo Peppo y rechazo hacia la figura de Aguilar. Lo dice así: “Hay un compañero que por lejos está mejor que cada uno de nosotros para ser el candidato a Gobernador, lo dicen las encuestas, lo dicen los dirigentes, es quien nos representa y es peronista”, dice por Peppo. “Y hay otro que quiere colgarse del saco de nuestro amigo y compañero (Capitanich) y no tiene adhesión de nadie”, dice, en clara alusión a Aguilar.
Adelanta que participará de la elección en Resistencia. No
aclara si buscará la intendencia (tal cual lo hizo de manera fallida en 2011) o
si se postulará como presidente del Concejo Municipal, en una hipotética
fórmula con Capitanich como jefe comunal. “Estamos convencidos que donde más
podemos aportar es en Resistencia”, anuncia.
Gustavo tiene poder simbólico, pero también real:
actualmente es presidente de la empresa estatal de agua Sameep, ministro de
Desarrollo Territorial, titular de la Junta Local del PJ y presidente del
Congreso Justicialista. Además, tiene varios legisladores que le responden
directamente además de un armado político muy fuerte en la capital chaqueña. Está
confiado en que Capitanich tendrá que sentarse a negociar.
En el encendido final, Martínez apunta directamente a la familia y a la emoción del militante justicialista. “Para mi”, dice Gustavo, “lo más importante en la vida no pasa por los cargos: lo más importante en la vida es ser padre de quien soy, ser hijo de quien soy, ser hermano de quien soy, ser compañero de quien soy”.
“Lo más importante, para mí”, eleva el tono, “en toda la vida
es ser peronista y eso no lo va a cambiar nadie”, declama ya eufórico, con un hilo
de voz y el auditorio revienta. Es el cierre del acto y desde los altoparlantes
comienza a sonar el tema “Compañero”, de Julián Mandriotti y Leandro Mauro. “Compañero/por
todas tus conquistas/los días más felices/siempre fueron peronistas/ Y
es por eso/ que el corazón palpita/ por el amor eterno/ al General y Evita/
Sos el fuego, que quema sin la llama/Sos todo sentimiento/que nace desde el
alma/Compañero/ luchaste por la gloria /hiciste un país nuevo/por vos cambió la
Historia”.
***
Por Whatsapp, le pido a Liébana que no se vaya. Quería tener
una última charla para que me haga un breve análisis de lo que escuchó. Dice
que está afuera del galpón, en su Fiat rojo.
Salgo. Afuera está imposible. Calor, barro y un atolladero
de motos, gente, autos y camionetas que ahora no se pueden mover porque el
predio está repleto de todo tipo de vehículos, que incluye un colectivo de
Sameep.
No veo ningún Fiat rojo. Camino por el barro y el pasto, en un pasadizo que se armó entre auto y auto, detrás de la murga que trajo Vanesa Miskinich. De repente, escucho un “ahí está Gustavo”. Giro y Martínez pasa muy rápido y se mete en una camioneta blanca. Mientras el chofer intenta que algún vehículo de la larga cola que hay detrás se mueva, Gustavo aprovecha para saludar a todos los que estiran su mano a través de la ventanilla. Sonríe y se le notan los braquets.
El operativo para sacarlo a Martínez del predio se complica. El único portón abierto es el que da hacia la avenida Mac Lean y el tránsito está colapsado. Pasaron 10 minutos y no la camioneta no avanza ni cuatro metros. Muchos de los autos que están detrás ni siquiera tienen a sus dueños adentro, me dice una chica que tiene su auto al lado del de Martínez. La gente aprovecha para sacarle fotos, saludarlo y decirle que lo apoyan, que están con él. Cinco hombres están apostados al lado de su camioneta dando instrucciones al chofer para que haga maniobras, al tiempo que alertan a los militantes que tengan cuidado con sus pies. La idea es no pisar a nadie. Veinte minutos después, con mucha dificultad, finalmente Gustavo se va.
Algunos metros atrás lo veo a Liébana a bordo de su auto intentando salir de La Rural. Dice que me estaba esperando pero que nunca me encontró. Intenta salir del predio pero el embotellamiento hace que su vehículo se mueva a paso de babosa. Aprovecho el momento para pedirle una breve reflexión del discurso.
—Si el candidato es Aguilar, va a ser muy difícil esta elección porque es un candidato que no enamora al pueblo peronista y que no le llega al corazón a la gente –dice Liébana.
—¿El PJ va a ir a las internas, entonces? –le pregunto.
—Si no se baja Aguilar, vamos a las internas.
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