domingo, 19 de abril de 2015

CRÓNICAS DE CAMPAÑA: Bisceglia o el librero de Castells

Fue un martes por la mañana. Rubén Bisceglia y Raúl Castells se encontraron por casualidad en la Terminal de Retiro el 17 de febrero pasado. El dueño de la ex Librería de La Paz, hoy “La 8 de Marzo”,  había viajado a Buenos Aires con la intención de pedir a los proveedores que le envíen mercadería y más tiempo para poder pagarles, teniendo en cuenta sus actuales problemas financieros. El barbado dirigente del MIJD, por su parte, estaba en plena organización de su partido de cara a la campaña electoral. En los hangares, Bisceglia lo saludó, le preguntó cómo estaba de salud y también le propuso que después podrían sentarse para organizar una actividad vinculada a los libros y la izquierda. Castells le respondió algo, lo miró y le hizo una propuesta que no tenía que ver con la literatura pero sí con la política. 

—Rubén, vos tenés que ser nuestro candidato –le dijo a Bisceglia.

Antes de escuchar si el empresario aceptaba o no la oferta, Castells agarró su bolso y se fue acompañado de las personas que lo recogieron de la Terminal. Bisceglia se quedó pensando. Algunas semanas más tarde, la cara del librero y su nombre empezaron a aparecer publicadas en el diario Primera Línea junto a la de Castells –que iba como candidato a presidente de la Nación– y de otros postulantes del Movimiento Independiente Justicia y Dignidad. En ese instante, y sin saberlo, Bisceglia ya había aceptado ser candidato a vicegobernador por el MIJD. Y al parecer, no había vuelta atrás.

—¿Volviste a hablar con Castells después de eso? —le pregunto ahora a Bisceglia.

— Todavía no pude sentarme a charlar absolutamente nada, ni con él ni con su gente. Lo llamé varias veces porque estaba preocupado por su salud. J
ustamente porque después de ese encuentro había tenido un accidente de tránsito. Nunca pude dar con su teléfono y después me entero que esa charla, la de la candidatura, ya la había llevado adelante. Castells es un hombre de hacer.

—Igual, ¿vas a mantener tu candidatura o vas a declinar?

—Yo no voy a declinar porque me siento plenamente apoyado y me adhiero a lo que representa el MIJD.  Marx decía que es mejor dar un paso adelante que tener una docena de programas. Y creo que este es un claro ejemplo. A mí siempre me conmovió la canción que hizo Andrés Calamaro en homenaje al comedor piquetero de Castells en Puerto Madero. La escucho siempre. Con eso Castells demostró al mundo entero que acá en Argentina se padecía hambre. Valoro mucho la praxis de su movimiento.

***

Bisceglia vive en un monoambiente ubicado en la planta alta de la sede comercial de su librería en Resistencia. Es un jueves de fines de marzo. Acordamos la entrevista para las 18 pero voy un poco más tarde por culpa de la llovizna constante que cae ahora sobre la ciudad.

Para llegar a su departamento primero tengo que atravesar su local. La chica que atiende pregunta qué necesito y luego hace una llamada interna. Espero un rato. El rato se extiende unos minutos y ya empiezo a pasearme por las estanterías a ver qué libros hay. Habla otra vez por teléfono y me mira. 

—Pasá por acá y después subí las escaleras —me dice, y señala una puerta al costado del mostrador.

Cruzo la puerta y lo que veo es un galpón con miles de libros de todos los colores. Algunos están apilados en el piso, como ladrillos en una obra en construcción, otros en estanterías. También hay algunos monitores blancos y sillas de escritorio, todas apiladas a un costado. Voy hacia la escalera. Desde arriba Bisceglia me saluda. Es alto. Está de jeans, chomba negra a rayas y sandalias franciscanas de cuero. Después me contará que nació en Sáenz Peña hace 47 años. Que tiene dos hijos, uno de 11 años y otro de 2. Y que vive solo.

Su departamento es austero y no parece un lugar donde viviría el dueño de una de las librerías emblemáticas del Chaco. El piso es rojo claucol. En una parte está la heladera blanca, la cocina, la mesada y algunas ropas húmedas extendidas sobre un pequeño tendal de departamento. En otra parte está su escritorio, tres sillones gastados, la tele grande de 50 pulgadas y la mesita ratona con el libro El programa de transición de León Trosky. Pegados a la pared se ven algunos de los afiches amarillos de las ediciones de la Feria del Libro Chaqueño y Regional que organizó durante varios años en conjunto con el Gobierno del Chaco. Un poco más acá, apoyado en uno de los libreros hay enmarcada una entrevista con Página/12 de 2009, época en la que tuvo un “acercamiento al kirchnerismo apoyando la Resolución 125”, dirá. En otro de los muros está una fotografía en blanco y negro del momento exacto en que un miliciano anarquista de la Guerra Civil Española cae muerto a balazos. También colgado, pero más chico,  el dibujo a lápiz del líder de la Revolución Rusa, Vladimir Lenin y una frase: “En su lucha por el poder, el proletariado no dispone de más armas que la organización”.

—Tengo una duda, ¿sos candidato a diputado provincial o a vicegobernador? Porque en Primera Línea figura que vas como diputado —le pido a Bisceglia que me aclare.

—Soy candidato a vicegobernador.

—¿Y quién es tu compañero de fórmula?

—No recuerdo el nombre. Sé que es una señora, una odontóloga de San Martín y que hicimos una feria del libro en el 2013 con motivo de tomar una actitud política gramsciana.

Bisceglia cita mucho al filósofo marxista italiano, Antonio Gramsci. Tiene una admiración genuina sobre la teoría de la hegemonía cultural desarrollada por Gramsci porque cree que es la única herramienta por medio de la cual la izquierda puede llegar al poder en provincias como el Chaco, por ejemplo.

Lo explica así:

—Gramsci planteaba el tema del poder político y del poder cultural. Hablaba de que el poder político era imposible tomarlo sino había una toma previa del poder cultural. Que la sociedad pueda llegar a hacer crítica para poder tomar verdaderamente el poder político, sino podría ser una toma hasta superflua del poder político. Y esa concepción, que parecen un poco vaga, terminó por llevarlo a Gramsci a la cárcel.

—¿Y dónde ves el eje de unión entre Castells y vos?

—Para mí esto tiene un eje de unión entre lo que puede ser una actividad librera con lo que es una universidad como la de Castells —dice Bisceglia, en referencia a la Universidad Popular que montó el dirigente piquetero en varios puntos del Chaco—. Ellos representan de alguna forma la lucha contra el neoliberalismo en la ruta, buscando esa asistencia social que les fue negada. Y también es un movimiento que no bajó los brazos en el conformismo y tomaron el gran desafío de tener una universidad piquetera para los chaqueños.

Bisceglia dice que la propuesta de su candidatura no es algo casual. Recuerda que desde los 13 años comenzó a militar en la izquierda chaqueña, más precisamente en la Federación Juvenil Comunista, cuando cursaba la secundaria en el colegio Nacional de Resistencia. Siguió con el comunismo hasta la firma del Gran Pacto Democrático, donde el por entonces presidente, Raúl Alfonsín —con el respaldo del secretario general de Partido Comunista, Patricio Echegaray y otras fuerzas políticas argentinas— se rindió ante los alzamientos carapintadas y decidió promover lo que después serían las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que protegieron a los genocidas de menor rango. Es así cuando decidió migrar del Partido Comunista hacia el Partido Obrero.

—En 1987, cuando cumplí los 19 ó 20 años, fui candidato a concejal por el Partido Obrero. Fue mi primera candidatura. Aquella vez nos presentamos a elecciones y sacamos algo menos de mil votos. Salimos últimos. Me acuerdo que en la agrupación que teníamos en la facultad de medicina sacábamos más votos que en la elección general de toda una provincia —se ríe—. Así eran los tiempos para una izquierda radical y dura como el PO —dice Bisceglia.

Para 2003 y 2007, volvió a tener propuestas para integrar listas de candidatos por el PO. Sin embargo, su figura de empresario de buen pasar económico chocaba con la propuesta de lucha obrera que planteaba el troskysmo chaqueño.

—Y esta dicotomía, de ser un librero exitoso y candidato del PO a la vez, ¿era un problema para vos o para los militantes del PO? —le pregunto a Bisceglia.

—Para los dos.

—¿Alguien te planteó directamente que eras un tipo con plata y por eso no podías candidatearte por un partido de izquierda?

—Así, literalmente. Pero también en las bases había mucha aceptación para que lo sea. Entonces, tanto en el 2003 como en el 2007, preferí dar un paso al costado porque no era mi deseo ser una persona que ocupe cargos sino que era una conducta militante. Si había que estar en una candidatura, se iba a estar, y si había que estar en el barrio hablando con la gente y repartiendo volantes era exactamente lo mismo para mí. Por eso en ambas veces preferí dar un paso al costado.

—Ahora que sos candidato, ¿pondrías plata para financiar la campaña del MIJD?

—Lo que pasa es que Castells sabe que no la tengo.

—¿Cómo sabe?

—Porque Librería de la Paz y mi persona han sufrido una embestida muy fuerte por parte del Gobierno del Chaco.

—¿Cómo fue eso?

—Durante cuatro años desarrollamos el convenio con el Gobierno del Chaco de “Libros a Mitad de Precio”. Fue desde 2009 hasta 2012. El convenio logró que aproximadamente la gente pueda acceder a más de un millón de libros con un descuento del 50%. Una cifra récord. Este convenio tenía una característica única porque en ningún lugar del país se puede pedir calidad a mitad de precio. Era una cadena de subsidios donde editorial y librerías aportaban el 50% y el gobierno el otro 50. Todas las librerías y editoriales del Chaco. Todas se sumaron, salvo las excepciones que siempre hay.

—¿El Gobierno te quedó debiendo plata?

—Sí.

—¿Cuánto?

—Alrededor de seis millones de pesos.

—¿Estás en juicio por eso?

—Sí. La demanda la presenté en 2013.

—¿Antes del discurso en la Casa de las Culturas o después?

—Antes.


***

Faltaban pocos minutos para que brinde el discurso de inauguración de la 13º Feria del Libro Chaqueño y Regional. Era la noche del 26 de julio de 2013 y Bisceglia decidió que ese era el momento justo para decir un par de cosas. Estaba molesto. El Gobierno le debía varios millones de pesos y nadie daba señales de que esa deuda iba a ser cancelada algún día. Por otro lado, también rondaba por su cabeza una idea que para cualquier empresario capitalista sería una locura: proponer la expropiación sin indemnización de su empresa. Dicho de otra forma: quería entregarle su librería al Estado sin que le paguen un peso por ello.

Esa noche todavía estaba en su departamento eligiendo la camisa y la corbata que llevaría al evento cuando comenzó a tomar algunas notas en su computadora para no olvidarse de nada. Quería decirlo todo en una carilla y media de A4. Armó el texto y se lo envió a una amiga para saber qué le parecía. Ella le dijo que estaba perfecto. Sería el último discurso que daría como organizador de la Feria del Libro, antes de que se quiebre definitivamente su relación con el Gobierno.

Ya en el auditorio de la Casa de las Culturas, ante cientos de personas y con la presencia del gobernador, Jorge Capitanich, Bisceglia apoyó sus papeles en el atril y dijo lo siguiente:

Una vez más celebramos este acontecimiento, en una fecha distinta y espacio no habitual al que tradicionalmente se desarrollaba esta Feria. Este 26 de julio, en que se rememora el fallecimiento de Evita, como la Revolución del Parque y el asalto al cuartel Moncada por Fidel en Cuba no deja menos oportuno a la consigna ferial: soberanía, diversidad e igualdad cultural.

En pleno siglo XXI potencias piratas y capitalismos en banca rota, fondos buitres y oligarcas locales siguen ilusionados con hacerse de nuestras Islas Malvinas, como del control de nuestra economía atentando a nuestras diversidad, con el objetivo de un pensamiento dominante y detractando la igualdad cultural, a efectos de encontrarnos pobres y débiles de raíces culturales,

Por eso cuando toman poder atacan a personas de la forma más despiadada, con descalificaciones o se meten con las instituciones culturales, educativas y de la salud para lograr un Estado ausente ante las necesidades básicas de la población, pero presente, para el sometimiento, físico o cultural. Y estos ejemplos son los que sobran en el mundo. Cuando vemos los golpes de Estado en Honduras, Egipto  o Paraguay. O las guerras civiles, con armamento imperialista como las de Libia o Siria, o intervenciones ya sin descaro, como Afganistán o Irak.

(…)Este convenio (de “Libros a Mitad de Precio” es) aplaudido, por cientos de miles de lectores, directores de bibliotecas y establecimientos educativos. Intendentes, que llevaron esta misma Feria o parte de ella a cada localidad de nuestra provincia, junto a hermanos originarios y sectores en situación vulnerable.

Sería un gran error político desecharlo cuando hoy es triunfal en la ciudad de Corrientes, donde su intendente el compañero Camau Espínola lució recientemente, su segunda Feria Municipal, con más de 100.000 visitas y 30.000 libros vendidos con la modalidad a mitad de precio, cadena de subsidio equitativa entre Estado, editoriales y librerías.

Al respecto, reclamo en nombre de mi empresa, como de editoriales que integran la Cámara Argentina del Libro y la Cámara de Publicaciones, el correspondiente pago, de lo adeudado por esta Provincia o el anticipo mencionado por el mismo convenio, firmado por los aquí presentes. Así podremos contar en años venideros, con libros escolares y de uso en los tres niveles educativos, con acceso popular, ediciones próximas venideras, compatibles con las notebooks, entregadas por Conectar Igualdad, del Ministerio de Educación y Presidencia de la Nación.

En el otro frente, se encuentran quienes quieren dar acceso al libro a una minoría rentable, creando verdaderos monopolios, que buscan y persisten en elevar los precios de los libros, a tal punto que ya una editorial no es la formadora de precios en el mercado, sino que es solo moderadora entre las cadenas comerciales y accionistas de holding.

(…) Lo que Francisco dice: “El Dios dinero; el Dios poder”. En este cóctel peligroso, donde se licua la fe con la seducción del consumo, se hace una argentina caserolera, enemiga de los intereses sociales y reacciona contra políticas sociales, como un convenio, diciendo que es un gasto innecesario, ya que el libro hace pensar y es enemigo declarado de tanta vanidad.

(…)Me despido, saludando, a los pueblos asiáticos hacinados en salarios de poco ropaje, pero se rebelaron y buscan el mismo anhelo del pueblo brasilero. Me despido garantizando que los libros en el stand de Librería de la Paz estarán a mitad de precio, dejando claro que es una muestra de acercamiento a que esta política continúe en el futuro.

Me despido, diciendo, que es momento de militar, de defender nuestras conquistas y seguir luchando por ellas. Me despido aclarando que no soy dueño de ninguna Feria, y que tampoco me siento feliz de ser dueño de nada, por lo cual dejo, en este momento, la posibilidad de que la empresa que conduzco pueda formar parte de nuestro Estado. Sin venta, ya que no me considero un burgués para ser expropiado. Pero si con inversiones, para hacer una política cultural y de libros, para todos y todas. ¡Viva el 26 de Julio! ¡Viva la 13 Edición de la Feria del Libro!

***

—¿Cómo se te ocurrió ese discurso? –le digo ahora a Bisceglia.

—Lo escribí 10 minutos antes. Tenía pensado decir todas esas cosas pero me dije que como no me lo iba a acordar lo iba a escribir. Es un discurso muy politizado, ideológico y tergiversado. Lo que se dijo del discurso en los medios en general fue una tergiversación total. Se dijo que Rubén Bisceglia le reclamó la deuda a Capitanich y al gobernador le saltó el orgullo. Pero quien lee ese discurso, el que se toma los minutos para leer ese discurso, en primer lugar va a ver un marco ideológico internacional. En segundo lugar hay un ofrecimiento al Gobierno para que tome posesión de Librería de la Paz sin ningún tipo de indemnización. Que expropie la librería a cero costo.

—¿Por qué querías hacer eso?

—Porque me dio ganas. Creo que era lo correcto. No puedo estar en el MIJD y pedir que me compren la librería como hizo Repsol con YPF. Además yo continuaría como trabajador. Desde que nací tengo esa idea. Yo soy socialista. Mi planteo es que el Estado no pague la expropiación porque es una condición militante y revolucionaria.


—¿Considerás que fue error haber planteado esos dos temas, el pago de la deuda y la expropiación, en el mismo discurso?

—Creo que hay dirigentes políticos capaces de discernir una cosa y la otra. Capitanich es una persona inteligente. ¿Qué hizo el Estado con ese discurso? Lo que hizo fue castigar a mi persona por tener la osadía de que me pague una cuenta. Eso es una cosa fascista.

—¿Cuándo se terminó de caer el convenio?

—Hasta que estas élites culturales hicieron lobby y en enero de 2013 (el vicegobernador, Juan Carlos) Bacileff Ivanoff echó de Educación a Francisco Romero, y con eso no sólo que tumbaron el convenio sino que tampoco me pagaron. Lo hicieron para que nunca más se hable de este convenio.

—¿Hasta ese momento te estaban pagando?

—Sí, atrasado, como paga la Provincia. A todo el mundo le paga atrasado y yo no iba a pedir que me paguen primero porque no quería tener ningún privilegio. Con que me paguen atrasado yo estaba feliz y había hablado con los proveedores para que así sea. Con el incumplimiento de este pago se buscó primero hundir mi persona, mi empresa, generar despidos y romper todo lo que se había construido.

—Después de eso, ¿volviste a charlar con Capitanich?

—No charlamos por un tiempo hasta que Coqui me llamó una semana antes de irse a Buenos Aires. Ahí él me dice que me iba a pagar. Estaba con (el subsecretario de Seguridad) Mauro Flores en la mesa. Capitanich me preguntó cuánto me debía y ahí me mando a hablar con (el ministro de Hacienda, Federico Muñoz) Femenía para que me pague y después con (el ministro de Educación, Sergio) Soto. A la semana Coqui se fue y ahí pensé en esperar para tomar otro contacto. Y después de ahí no tuvimos más diálogo. Intentamos ir a cobrar. Me reúno con Femenía que me dijo que me iba a pagar. Eso fue el 2 de enero de 2014. Pero Bacileff dio la orden de que no se pague. No dijo directamente que no me va a pagar pero lo intuyo. Porque Bacileff es un oligarca metido en un gobierno popular.

—¿Tenés esperanza que ahora Capitanich te pague?

—Yo sigo luchando y responsabilizo a Capitanich de todo lo que le pase a mi empresa. Porque la deuda que dejó no es un problema menor. No es que tuve que vender el auto para tener que solucionar las finanzas sino que el patrimonio de 25 años de trabajo se lo confié a él y él me respondió dándome la espalda.



***

Le propongo a Bisceglia hacer un par de fotos en su depósito junto a sus cientos de miles de libros. Él acepta sin problemas. El galpón tiene dos áreas. Un primer piso y la planta baja. Tanto arriba como abajo hay parvas de libros de todo tipo y color: poesía, novela, ciencias, escolares y jurídicos, entre otros. También hay cedés comprados a precio de remate.

—¿Cuántos libros tenés acá?

—Ahora debe haber unos 500 mil. Esto llegó a tener un millón doscientos mil durante el convenio con el gobierno. Tuve que cerrar varias librerías por eso hay mucho mueble y libros que no deberían estar acá.

—¿En dónde cerraste librerías?

—En Buenos Aires. En Quitilipi, Machagai, Corzuela. En Formosa tenía tres y quedó una. En Goya la reduje a la mitad.

—¿Cuántos empleados llegaste a tener?

—Cien.

—¿Y ahora cuántos tenés?

—Treinta.

Bajamos por las escaleras para ir a la planta baja de su galpón. La escena se repite: estantes con libros, libros y libros. Libros en el piso. Libros arriba de un escritorio. Libros arriba de los libreros. Y algunos cedés.

—¿Nunca pensaste en asociarte con alguien más para volver al lugar donde estabas? –le pregunto.

—Increíblemente los que ofrecieron comprarme la librería fueron los del Grupo Clarín. Ellos quieren armar una red a través de la marca Cúspide.

—¿Cuánto te ofrecieron?

—Un millón de dólares.

—¿Y qué les dijiste?

—Que no. El año pasado cuando me lo propusieron le escribí en Facebook por qué no me vendía. Era muy buena gente, buenas personas. Pero yo tenía que contestarle no sólo a ellos sino a un montón de gente. No convencido ellos volvieron a pedirme que se las venda.

—Y ahora, si Clarín te vuelve a hacer ese ofrecimiento, ¿qué le decís?

—En este momento tengo la firmeza de decir que no porque miro un poco lo que estoy haciendo. Es como cuando uno se boicotea así mismo: por más que a uno le conviene, no quiere. Entonces escribir por Face era una forma de contestarle diciendo que no insistan. Que no estaba en venta. Pero la tentación es grande.

—Con un millón de dólares pagarías todas tus cuentas.

—Pagaría las cuentas pero las cuentas de la vida no. A la foto del militante le tendría que poner una nariz de payaso. Eso es lo que no quiero hacer.

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