viernes, 24 de abril de 2015

CRÓNICAS DE CAMPAÑA: Hablemos de abejas con Polo Legal


En este momento estoy acostado boca abajo en la camilla de un sanatorio de Resistencia. Tengo los pantalones levemente descendidos para que la enfermera pueda proceder. Ella, de delantal verde lavado y anteojos, me dice que respire profundo mientras me empieza a frotar con un algodón que está embebido en alcohol. Va a inyectarme dexametasona, un potente glucocorticoide sintético que actúa como antiinflamatorio e inmunosupresor.

Por ahora y antes de que comience a hacer efecto la droga, la mitad derecha de mi cara está notablemente hinchada. Se nota el labio superior gordo como alguien que acaba de perder una pelea de una certera trompada. Un rato antes, el precandidato a gobernador por Frente Popular Sur y apicultor aficionado, Danilo “Polo” Legal, me había enviado un mensaje de texto preguntando cómo estaba. Creo que tenía algo de culpa por la situación generada por una de sus abejas.

***

Un día antes de la camilla y la inyección estoy con la cara deshinchada en la sede que tiene Proyecto Sur en calle Mitre 285 de Resistencia. Son las 9.45 de una mañana de abril y el cielo es una postal. Polo Legal me está esperando para visitar la Isla de Antequera. Allí tiene un terreno de tres hectáreas con una veintena de colmenas que este año ya le dieron unos 300 kilos de miel. Es, según dice, un lugar donde puede relajarse en medio del intenso trajín de la campaña electoral.

Polo tiene un prolijo bigote gris que hace juego con su cabello. Está de chomba, jeans y borceguíes. Mientras prepara el equipo de apicultura que hoy llevará a la Isla, muestra un panal de su propia producción. En su mano sostiene ahora un marco de madera rectangular cuyo nombre técnico es cuadro móvil. En el centro, el cuadro contiene cientos de pequeñísimas celdas de cera amarillas y marrones que hasta hace poco contenían algo así como un kilo de miel.

—Con un cuchillo le saco la tapita y le extraigo la miel —cuenta Polo—. Esto después queda vacío. Luego la pongo otra vez en la colmena para que las abejas vuelvan a producir —dice, mientras vuelve a colocar el marco en una especie de cajón blanco denominado media alza. Cuenta que a pesar de que la miel es un producto caro, no la vende sino que se la regala a sus compañeros de militancia. A veces, con frasquito y todo.

Estela Yoris, tiene unos cincuenta y tantos, es arquitecta y candidata a diputada provincial en el octavo lugar por el Frente Popular Sur. Es quien nos llevará en su auto a Antequera. Estela entra al local y pregunta si ya nos vamos. Polo se apura, agarra su equipo y se dirige al vehículo. En un brazo lleva los panales y en el otro dos equipos de protección que están constituidos por dos overoles blancos (color que tranquiliza a las abejas), cuatro guantes gruesos y dos máscaras (que son una suerte de casco con mallas mosquiteras por delante). 

Con nosotros también viajará Celestina Maciel, dirigente del movimiento social El Dorado y candidata a primera concejal de Resistencia por la misma lista. Al igual que Estela, lleva grandes lentes oscuros y una remera con estampado animal print de leopardo. En este momento su movimiento social está construyendo viviendas sociales en Resistencia, por avenida San Martín, cerca del barrio Emerenciano. Estela y Celeste no sólo comparten la militancia sino que también trabajan juntas: la primera es la arquitecta que dirige la construcción de las viviendas de ese movimiento social.

Ya en el auto, mientras viajamos hacia la Isla, Polo les comenta a Estela y Celeste que vio en Facebook una pegatina que hicieron los jóvenes de Proyecto Sur por toda la ciudad y que los notó muy entusiasmados. Estela, verborrágica, le dice que también la vio y que por ese tema probablemente salga Carlos Alabe, de Ciudad Limpia, a cuestionarlo en los medios porque justamente el arquitecto lleva adelante una campaña en contra de los afiches de los políticos que ensucian la ciudad. Estela considera que hay que aprovechar esa crítica para que Polo plantee públicamente el hecho de que los partidos chicos no tienen recursos para genera una campaña mediática y por eso lo único que les queda es difundir a sus candidatos a través de los muros. Polo le dice que sí, que puede ser.

***

Legal tiene 59 años, es abogado y está en la política desde 1979. Comenzó a militar en la agrupación estudiantil Arturo Jaureche y en la JP de Resistencia. Luego continuó en el PJ chaqueño, donde su padre, Víctor Hugo, ya era un reconocido dirigente peronista e íntimo amigo del ex gobernador, Danilo Baroni. La amistad era tal que Víctor le propuso que sea el padrino de Polo. Y Baroni aceptó. Tiempo después, ya durante el menemismo, Polo decidió alejarse del Partido Justicialista por tener serias diferencias internas con la cúpula partidaria. Se pasó al Frente Grande hasta que el partido consumó su alianza con Ángel Rozas. Volvió a irse.

Luego se pasó al ARI (donde estuvo sólo dos meses) para luego fundar el Partido Convocatoria con el que se presentó a elecciones en 2005. En 2007 puso en marcha el partido Proyecto Sur en el Chaco, que conduce a nivel nacional Fernando Pino Solanas. Para las elecciones de este año se presentó con un frente electoral denominado Frente Popular Sur, constituido por tres agrupaciones: Proyecto Sur, el Partido del Trabajo y el Pueblo y Unidad Popular. El Tribunal Electoral confirmó que esta coalición presentará candidatos en 15 localidades.

Mientras conduce hacia Antequera, le pregunto a Estela como se siente militando en Proyecto Sur. Me dice que colabora con el partido pero no tanto como quisiera y por eso relativiza su condición de militante.

—Me parece que el militante realmente es el que está full time y de manera permanente —dice Estela—. No es mi situación. Si bien es cierto que estoy colaborando con ellos lo hago en mis tiempos libres y cuando puedo. Pero me identifico mucho con Pino Solanas y las alianzas que hizo.

—UNEN fue una alianza que duró muy poco —le recuerdo.

—Bueno, en cuanto a eso, si hoy me dijeran: “Tenés que elegir entre (la diputada nacional por la Coalición Cívica, Elisa) Carrió y (la dirigente del partido GEN, Margarita) Stolbizer” no lo dudo.

—¿A quién elegís?

—A Stolbizer.

—¿Y por qué no a Carrió?

—Creo que Carrió lo que tiene es bastante enjundia para muchas cosas. Me parece que también hay que ser prudente. Ella puede ser prudente incluso con todo lo que sabe y hasta con lo que ella agrega, sin pruebas, pero para mí eso no está mal.

—¿Aunque esas cosas que agrega sean mentiras?

—Eso no comparto del todo. Pero a la hora de hacer olas, a Cristina (Kirchner), agregar cosas le da muchos resultados. No es un defecto exclusivo de Carrió. Lo que sí, no me parece es salir a decir que son corruptos, mafiosos y narcotraficantes los dirigentes que hasta ayer fueron sus aliados. Si ella sabía ¿por qué se alió?

—Y en cuanto a los límites, ¿Pino haría una alianza con el PRO como lo hizo Carrió?

—No. Por suerte Pino mantiene la conducta —contesta Polo—. A él lo criticaron mucho por el tema de Carrió pero al final se clarificó. Él sigue en el mismo lugar.

—Y en esta elección provincial ¿cómo ves a Proyecto Sur? —le pregunto a Polo.

—Lo veo bien. Vamos con un frente y estamos contentos. Pero sobre todo hay que destacar que esto se puede hacerse gracias al esfuerzo de Proyecto Sur.

—¿En qué sentido?

—En la personería del partido.

—¿Tus aliados no tienen personería?

—El Partido del Trabajo y el Pueblo consiguió las adhesiones pero no se las contabilizaron y van a apelar. No era problema de ellos sino de los juzgados que no se la contabilizaron a tiempo. Nosotros ya habíamos conseguido la Nacional pero la Provincial cuesta mucho más. Hay que conseguir 100 afiliaciones en el interior, en 15 departamentos. Eso es algo complicado.
—¿Considerás que esa dificultad se debe a que en el Chaco está muy polarizado el electorado entre la UCR y el PJ?

—Sí. Pero para nosotros estos dos partidos son lo mismo. Tienen la misma forma de hacer política. Ninguno se preocupa por señalar lo dañoso del clientelismo ni por la desinformación y se llenan la boca de democracia y usufructúan la mala democracia. Por nuestra parte, tenemos mucha esperanza de hacer una buena elección en muchos lugares. Estamos contentos con esta alianza porque nosotros hicimos tanto esfuerzo para hacer un partido y quedarnos amesetados sin aliarnos con nadie no tiene sentido.

—En este plan de alianzas, ¿nunca pensaron en juntarse con, por ejemplo, el Partido Obrero? A pesar de que ustedes tienen una base ideológica peronista, pienso que podrían estar juntos.

—Sí, claro. Antes ya había hablado con (el principal referente del Partido Obrero en el Chaco) Aurelio (Díaz). Y en esta última elección también hablé con sus dirigentes.

—Polo siempre estuvo enamorado de Aurelio —agrega Celestina—. Siempre habla re-bien de él. Y los chicos, nuestros militantes, le dicen: “Eh, Polo, pará, dejá de joder. Ellos nos tapan nuestros carteles como si nosotros fuésemos sus enemigos”.

—No me gusta la forma en que actúan —añade Polo, en referencia a las prácticas políticas del Partido Obrero.

—¿Y cómo actúan?

—Nos ponen como rivales. Tenemos que ponernos en una racionalidad, en un respeto. Somos rivales pero a su vez pensamos lo mismo. Salvo en los temas dogmáticos y doctrinarios, en la realidad de hoy los dos queremos una alternativa distinta al bipartidismo. Yo les ofrecí. Les dije: “Vamos juntos a dirimir en las PASO para ver quiénes son los candidatos”. Lo ofrecimos aún sabiendo que nos podían ganar. Esto lo hicimos para tener la tranquilidad de que no bajamos nuestras banderas. Si nos ganaban en las PASO los apoyabamos.

—¿Y qué te respondieron?

—Aurelio no me dijo nada pero los chicos me dijeron que iban a ver después. En realidad nunca me contestaron.

—¿Considerás que ellos están confiados de ir solos?

—Yo respeto eso. Les va bien. Pero no quiero que después nos achaquen que nosotros no apoyamos al Partido Obrero que en las últimas elecciones por poco no pudo meter un diputado.

—¿Consideras que fue buena la performance de Proyecto Sur en las elecciones de 2013?

—Sí. Sacamos 7500 votos más o menos. Quedamos cuartos después del Partido Obrero y cerquita del MIJD. Lo que nosotros queremos hacer ahora es dirigir nuestro mensaje a la gente que quiera el cambio. A esos queremos dirigir nuestro mensaje. Los que creen que está todo bien que voten al bipartidismo. Pero los que quieren el cambio tienen que vernos a nosotros. A veces el oficialismo disfraza algunos partidos que se presentan como el cambio. Por ejemplo, el MIJD da una imagen de lucha y rebeldía, pero un mes antes de las elecciones (de 2011) dieron su apoyo incondicional a Capitanich. El Frente Grande también tiene el letrero grande que dice “Somos el Cambio”, pero terminan las elecciones y se van como ministros de Capitanich. Tendrán o no razón, no sé, pero no son la alternativa.

***

Estamos en la avenida Sarmiento rumbo a la autovía Nicolás Avellaneda y Estela Yoris pisa el acelerador. Las gigantografías de políticos del PJ y la UCR se repiten. Todas coinciden en algo: la sonrisa blanca.

—¿Cómo hacen para enfrentar el aparato de publicidad que tienen los principales candidatos?

—Nosotros decimos con argumentos que somos el único partido censurado —asegura Polo—. En Canal 9 nos dan 10 minutos antes de las elecciones. Ahora salimos después de varios años. Antes nos habían hecho dos reportajes que nunca lo difundieron y nos habían hecho una campaña en contra diciendo que Proyecto Sur y Polo Legal taparon los muros de los artistas. Era falso y nunca lo desmintieron. En general nos cuesta salir en los medios. Yo hago documentos y tenemos posiciones como por ejemplo con el tema del juego de azar. La gente ni se entera de nuestra opinión.

***

La Isla Antequera depende del municipio de Colonia Benítez y está a 25 kilómetros de Resistencia. Para llegar acá tuvimos que tomar por avenida Sarmiento hasta la ruta Nicolás Avellaneda. Ahí doblar hacia la derecha hasta la rotonda antes del puente Chaco-Corrientes. Una vez en la rotonda doblar otra vez pero hacia la izquierda por el camino que va a la Isla del Cerrito, seguir un par de kilómetros y cuando termina el asfalto girar a la izquierda por calle de tierra unos cuatro kilómetros más hasta el puente del riacho Inés. Ahí está la casa de Ángel, que es donde estamos ahora. Ángel es un viejo amigo de Polo, ribereño él, que vive de la pesca y todo tipo de trabajos de campo. Su vivienda queda a orillas del riacho Antequera. Desde ahí tendremos que navegar unos 200 metros en canoa hasta llegar a la Isla donde nos esperan las abejas de Polo.

En el terreno de Ángel, junto a su vivienda, hay una casa enorme que está abandonada. Tiene dos plantas, como casi todas las viviendas palafíticas de la zona y dos escaleras caracol de cemento con dos ingresos diferenciados. Está bastante maltrecha y oscura por paso del tiempo. Algunas partes están rotas, le faltan las puertas y ventanas. El manchón de agua de alguna crecida le llega hasta el techo de la planta baja. Se ve que en algún momento fue lujosa pero ahora ya no. Ángel comenta que era propiedad de un arquitecto que, en 1976, en el comienzo de la última dictadura, simplemente dejó venir. Y no lo volvieron a ver más.

***

Polo descarga su overol, sus guantes y su máscara del baúl del auto y los traslada hasta una canoa que está barranca abajo encallada en la costa. Lo seguimos. Me ubico como puedo en la popa del bote. Adelante se sienta Celestina y Polo se posiciona en el medio. Estela dice que no va a subir, que no se anima a cruzar y prefiere esperarnos en lo de Ángel. En algún momento pensé que Ángel iba a ser nuestro conductor oficial pero parece que también se queda. Vamos a cruzar Polo, Celestina y yo.

Polo agarra los remos de madera y comienza a moverlos con esfuerzo. Estamos contra la corriente pero se amaña para avanzar y de paso responde algunas preguntas.

—¿Esta es una suerte de terapia para vos? —le pregunto a Polo, mientras empuja los remos hacia abajo y los jala hacia atrás, con un ritmo constante.

—Ufff, ¿qué te parece? Encima hace poco estuve con el tema de las listas porque yo soy el que hago todo el papeleo—dice Polo—. La aceptación de candidaturas, los informes de AFIP, de libre deuda municipal, que esto, que lo otro, mil cosas, el interior y coordinar con las otras fuerzas también. Y mi trabajo en el estudio jurídico también—enumera y ya se le siente el tono agitado producto de las paladas.

—¿Cuándo nació tu afición por las abejas?

—Hace 15 años. Fue un cable a tierra.

—¿Quién te lo recomendó?

—Mi amigo el doctor (Manuel) Aguirre, me comentó que se vendía un terrenito al lado del suyo porque su cuidador quería venderlo. En su momento no le hice caso hasta que un día tenía plata, lo compré y me vine. Después me regalaron un cajón vacío, lo puse y las abejas entraron solas. Yo no sabía. El cuidador (y empleado de Aguirre) me enseñó cómo era porque a él le gustaba. Después tuve cosecha de ese cajón. No podía creer ver los panales llenos de miel. Llevé a Buenos Aires a mostrarle a mi mamá y a todos. Y después me gustó y cada vez me enganché más. Puse cajoncitos para atraparlas. Y ahora no paro más. Es algo que te da gusto porque significa crear riqueza por uno mismo.

Por responder mis preguntas Polo no ve el grupo de enormes camalotes que encallaron en la orilla. Por unos segundos nos atascamos. Rápidamente hace una maniobra y salimos del paso. Desde la canoa se ve el monte verde, cerrado, que se asoma en las dos orillas. Sólo se escucha a los pájaros, el sonido del agua cuando el remo se hunde para avanzar y a un par de pescadores están en la costa con cara de poca suerte. Si no fuera porque estamos sin chalecos salvavidas y el bote está un poco maltrecho, diría que el panorama es muy relajante.  

—¿Cuántas colmenas tenés?

—25.

—¿Y cuántas abejas?

—Una buena colmena puede llegar a tener 60 mil obreras. Pero en invierno se disminuye porque no producen. Solamente se juntan y sobreviven.

—¿Se puede hacer algún tipo de comparación con lo que es el sistema de trabajo de las abejas y la política?

—Sí. Ojalá tuviéramos la conducta que tienen ellos. Todo el cuerpo es una sola cosa. En una colmena son 60 mil pero son una unidad —dice Polo.

Tras unos minutos de remar, finalmente llegamos a la Isla Antequera. Voy a ser sincero: no pensé que Polo pudiera pasarnos sanos y salvos al otro lado del riacho. Cuando uno lo ve, su apariencia es la de un hombre bastante delgado, casi frágil. Pero el trabajo que hizo de remar contra corriente con relativa destreza, a pesar de las dificultades, me sorprendió. Podría ser una metáfora de Proyecto Sur. O de las abejas. O de la vida en general. No sé.

***

El terreno de Polo está justo al lado del que tiene el doctor Aguirre, su amigo. Se nota la diferencia: el de Aguirre está alambrado, con el pasto prolijo, lindo. El de Polo es pura maleza, enredaderas, tacuarales y árboles frondosos. Más allá tiene una choza maltrecha, con el techo de chapa oxidada y las ventanas y las puertas rotas. Sospecho que en algún momento fue un hogar para alguien.

Ahora Polo empieza a darle machetazos a los yuyos para abrirnos paso. Hay mosquitos. Se escuchan a los grillos y los pájaros: el sonido de la naturaleza.

—¿Te picó alguna abeja? —le pregunto a Polo.

—Siempre me pican. Vos te podés cuidar pero por ahí te pica. El primer picotón es feo, viste. Pero al ratito ya se te pasa. Y por ahí cuando vos estás trabajando y te pica tenés que estar tranquilo y seguir trabajando.

Einstein dijo alguna vez que si las abejas desaparecieran del planeta, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida, porque sin abejas no hay polinización, ni plantas, ni animales ni hombres ni humanidad. Le comento esto a Polo y me dice que Einstein tenía toda la razón.

Mete algunos machetazos más y me indica donde tiene las colmenas y si alguna le rindió más que la otra. Señala una que está a unos 10 metros. Es una caja blanca de madera que está sobre un cajón de botellas de Coca Cola. Ya comienza a escucharse el zumbido eléctrico del enjambre.

Le pido a Polo que se ponga su equipo de apicultor para hacerle algunas fotos. Se va hasta la canoa y un rato después vuelve uniformado. Sigue empuñando su machete, pero ahora tiene puesto el overol y los guantes. Nos dice a Celestina y a mí que lo sigamos monte adentro. Celestina dice que no, que prefiere quedarse en donde hay menos maleza. Es que la última vez que intentó atravesar un pastizal similar una víbora la mordió. El comentario me hace entrar en cierto pánico. De todos modos, Polo dice que no es muy usual verlas por acá, aunque después reconocerá que una vez encontró una cascabel.

Caminamos un poco entre el yuyal y vemos una colmena. Nos acercamos. El zumbido del enjambre se escucha cada vez más fuerte. Polo me cuenta que la primera vez que cosechó miel lo hizo mal: recogió la que estaba en la parte de abajo de la colmena, algo que no se debe hacer. Es que al no producir miel durante el invierno, lo único que tienen para comer es esa reserva que les queda en la parte inferior de la colmena. Esa vez, y por su mala praxis de novato, las abejas se murieron.

—Uno aprende de los errores, como en la política —le digo.

—Exactamente. Por eso ahora tengo un poco más de experiencia. Si hablamos de la política, muchos se fueron cuando Pino juntó a Carrió. Yo les dije: “Muchachos, estén tranquilos, tengan paciencia”.

—¿Vos no estabas de acuerdo tampoco con esa alianza?

—Estuve de acuerdo con la alianza con Carrió pero después no lo estuve más cuando se juntó con los radicales —aclara.

Mientras Polo habla, un par de abejas me zumban muy cerca. El zumbido se hace cada vez más fuerte. Ahora siento que una se me posa en la parte superior del labio, al costado de la nariz. El bicho me camina y lo intento espantar. Tiro un manotazo y la abeja no se va, sigue ahí. Trato de sacarla otra vez pero no se aleja. Siento una especie pellizco y luego un dolor ácido. Ya es tarde: la muy desgraciada me picó.

La apitoxina es el veneno secretado por las abejas obreras que lo emplean como medio de defensa. Las personas con un buen estado de salud y no alérgicos al veneno pueden soportar bastante bien de una a 25 picaduras. Se estima que los efectos tóxicos aparecen a partir de las 50 y que la dosis letal para un niño sería de 100 y de 500 para un adulto. Estos efectos tóxicos pueden afectar a la piel, músculos, riñón, hígado, sistema nervioso y producir alteraciones de la coagulación y ruptura de los glóbulos rojos. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la dosis inyectada por la abeja no requiere tratamiento.

Polo pregunta qué me pasó y luego dice que vayamos para otro lado. Nos metemos más adentro en el monte, a puro machetazos entre enredaderas y arbustos. Queremos salir de la zona más complicada pero el zumbido nos persigue.

—Creo que ya podríamos volver—le digo a Polo, un poco adolorido y agitado. Larga una risotada y se apiada de mi situación. Me dice que sí, que nos volvemos a la canoa y me aconseja que me ponga aloe vera cuando vuelva a mi casa. Después me confesará que si me quedaba iban a venir más. Dicen que las abejas y los perros huelen el miedo.

Nos subimos a la canoa y la corriente está a nuestro favor. Volvemos más rápido de lo que fuimos. Llegamos a la costa y Polo se baja. Pisa la orilla y se hunde hasta las rodillas: la tierra es plastilina. Sale del barro, se sacude las manos, me saluda y agradece la visita. En un rato, Celestina, Estela y yo volveremos a Resistencia. Él se quedará un par de horas más en su apiario de la Isla. Desde la costa, lo veo mover un poco la canoa para luego subirse y tomar los remos. Una palada, otra y otra. Una vez más lo veo remar contra la corriente.

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