El excomisario retirado, acusado de comenter delitos de lesa humanidad y
recientemente expulsado de la Secretaría de Seguridad del Chaco,
Eduardo Wischnivetzky fue denunciado en 1984 ante la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas (Conadep) por la desaparición de Mateo
Matutinovich, un joven brasero con retraso mental que hacía changas
para la comisaría de Villa Ángela y también para el propio Wischnivetzky.
Villa Ángela, 30 de marzo de 1984
Al señor Presidente de la Comisión por
Desaparecidos
Don Ernesto Sábato
S----------/-----------D
Mucho medité antes de tomar esta decisión de escribir a esa
honorable Comisión, pero hoy lo hago en la esperanza de que Dios ilumine vuestras
mentes y vuestros corazones para que tan noble gestión llevada a cabo por uds.
sirva para que salga a la luz tantas atrocidades cometidas en nuestra patria.
El motivo es denunciar ante esa Comisión la desaparición de
una persona ocurrida en esta ciudad hace ya tres o cuatro años. Estando
detenido en la comisaría local desapareció hasta el día de hoy Mateo
Matutinovich, un hombre de unos 28 o 30 años, alto, rubio, hijo de Sofía Viuda
de Matutinovich, con domicilio en pareja “Los Gansos”, distante unos 25 kilómetros de esta
ciudad.
Responsable de esta desaparición son el entonces Jefe de la Regional “3”, ex comisario general Ángel
Oscar Collazo; el comisario inspector, Eduardo Weniwesqui (por Wischnivezky),
todavía en funciones y el cabo de policía Cardozo, lugarteniente entonces del
nombrado últimamente y otros policías que no recuerdo el nombre y que
colaboraron y particiapron en este hecho.
Mateo Matutinovich, señor presidente, no era un guerrillero,
ni un delincuente, ni nada que le hiciera esperar o suponer tan triste destino.
Era un bracero que por temporadas declinaba en sus facultades mentales pero muy
útil y trabajador cuando su estado mental era normal. Tal es así que el
entonces comisario Weniwesqui le hacía trabajar en sus chacras junto a otros
presos y bajo la supervisión de Cardozo. Pero un buen día porque Mateo no
realizó un trabajo como se le ordenó, Weniwequi ordenó su “ejecución” a manos
de Cardozo, para luego, junto a otros policías, dedicarse a la macabra tarea de
hacer desaparecer el cuerpo hasta hoy. Lo conocí bien a Mateo, además en ese
momento me encontraba detenido junto a él, por lo que conozco bastante bien lo
ocurrido, como mucha otra gente que en su momento no se animó a hablar por
temor. Por eso sé que cuando su madre comenzó a preguntar por su hijo se fraguó
una fuga adulterando para ello el “libro de guardia”, detalle este que
sugestivamente nadie advirtió cuando se inició una tibia investigación sobre el
caso. Como tampoco las diferentes versiones que le daban a su atribulada madre
cada vez que en la Policía
preguntaba por la suerte corrida por su hijo. Los culpables eran intocables,
entonces nada de profundizar una investigación.
Pero este caso señor Presidente es irreversible. Mateo ya no
existe y sus asesinos gozan de total impunidad. Estos mismos funestos policías
quienes apañaban los crímenes cometidos por el entonces oficial Carlos Alfredo
Lebes (hoy preso en Colombia) pero que aquí jamás estuvo un sólo día preso.
Tenía anuencia para matar, pues se fabricaba una “resistencia a la autoridad” y
“aquí no pasó nada”.
A diferencia de otros desaparecidos, señor Presidente, Mateo
no tiene interés político para nadie. No era escritor, ni abogado y no habrá
organización de por los derechos humanos que se ocupe de él. No era relevante y
no tendría importancia más que para su atribulada madre, pero seguramente tenía
derecho a la vida como cualquier otro ser.
Por último quiero permitirme una consideración personal que
es la siguiente: si esta denuncia es derivada a la Comisión local, todo
caerá en vía muerta. Aquí nadie se juega por nada que no le interese o que no
le signifique réditos políticos.
Invoco a Dios para que los ilumine y ruego para que la
indulgencia de esa Honorable Comisión pueda esclarecer éste y todos los casos
que están en sus manos.
Saludo a Uds. con mi más alta consideración.
Horacio R. Fernández.
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