viernes, 22 de mayo de 2015

CRÓNICAS DE CAMPAÑA: La revolución en bicicleta de Aurelio Díaz


Hay una sola cosa que obsesiona por estas horas a Aurelio Díaz: conseguir fiscales de mesa para la elección del domingo. Es que, según él, ésta fue la principal causa por la cual no pudo hacer historia dos años atrás cuando estuvo a punto de ser el primer diputado provincial del Partido Obrero en el Chaco. La cuestión no es para nada sencilla teniendo en cuenta que al contrario del PJ y la UCR, el PO no tiene ni un peso partido al medio para darle a los fiscales. La política se hace con militancia pero sobre todo con plata.

Es sábado pasadas las 19. Faltan ocho días para las Primarias y estoy en el Barrio Palermo 2, por calle Colón, a dos cuadras de la Soberanía. La zona está escasamente iluminada y las calles son de ripio. Estoy esperando a Aurelio, quien me citó acá para que presencie una de las tantas reuniones políticas que realiza en los barrios de Resistencia con simpatizantes del Partido Obrero.

La casa de Cristina es el escenario de la reunión. Tiene un patio amplio, tejido en lugar de rejas, el frente bien arreglado y cuenta con una galería techada con piso de cemento donde se podría hacer una reunión de hasta 20 personas, si nos apretamos un poco.

La dueña de casa es corpulenta. Lleva una remera violeta y cabellos cortos. Conoce a Aurelio desde hace algunos años porque él había recibido el reclamo de los vecinos que pedían por un transformador que andaba cada vez peor. A partir de ahí se generó una relación que derivó en la creación de la cooperativa Perucho Construcciones, que integra Cristina.

Aurelio llega en su famosa bicicleta que tiene el asiento marrón de cuero bastante aporreado y la pintura negra descascarada. En algún momento comentó que la tiene así por una cuestión de seguridad: mientras más fea la bici, menos chances de que se la roben. Me ve, me saluda y entramos a la casa.

La reunión no es multitudinaria, ni mucho menos. Si se cuenta a los dos niños que están sentados más allá, somos 11 personas. Estamos en una ronda de sillas plásticas y en el centro hay una mesita con rodajas de pan y una botellita de jugo de naranja. Unos perros ladran, uno más cachorro juega con alguno de los asistentes. Un gato después se acostará a dormir en una de las sillas vacías.

—En general, las casas electorales del Partido Obrero son de personas simpatizantes que no están afiliadas, ni nada —me explica Aurelio, sentado en una silleta—. El caso de Cristina, por ejemplo. Un día yo venía de laburar y me para por la calle y me dice: “Ayúdenos” y yo le dije “¿Y quién me va a ayudar a mí?”. Ellos llamaron al Canal 9 ese día y querían que yo esté ahí. Y les dije que tenían que hablar ellos porque fueron los que convocaron la nota. Bueno, a partir de ahí nos hicimos amigos. Esa es la relación que se va tejiendo con todos los simpatizantes. Hoy me llamaron tres o cuatro tipos. Y le pregunto a uno quién es y me dice Fernando. Entonces aprovecho y le digo que el lunes vamos a hacer un plenario de fiscales. Que vaya.  Pero no sé ni quién es. Así se va incorporando la gente —explica.

Aurelio mantiene su bigote blanco prolijísimo y tiene los ojos azules profundos. Ahora está vestido con una camisa celeste arremangada, jeans y unas zapatillas marrones de cuero. Lleva un bolso negro que está lleno de boletas rojas del Partido Obrero que lo llevan a él nuevamente como precandidato a diputado provincial.

—Lo que nosotros tratamos de explicar en este tipo de reuniones el vínculo que hay entre la lucha de un pueblo para lograr sus objetivos de salario, vivienda, salud y educación y que si se dedica a sólo a eso, al movimientismo, y no construye su propia organización política, el PJ y la UCR son los que se van a frotar las manos —dice Aurelio. 

Por los silencios que se repiten y por la falta de continuidad en el hilo de conversación, siento que esta reunión no va hacia ningún lado. Aparentemente, Cristina y Ana María quieren hablar de algunos casos de personas discapacitadas que no tienen asistencia del Estado en el barrio y de los problemas burocráticos que sufren las cooperativas de construcción de viviendas. Aurelio, por su parte, insiste en hablar de las elecciones y de la necesidad de tener más fiscales. Para eso vino.

—Y bueno. No sé Cristina si esto estaba citado como partido, si ellos sabían o no —plantea Aurelio.

—En realidad —explica Cristina— yo los había invitado pero por el tiempo no pudieron venir….

Aurelio la interrumpe.

—No. Yo me refiero a la citación. Porque si vos citás a un cumpleaños de quince es una cosa y si citás a una reunión política es otra.

—En realidad yo quería hablar más del tema de las cooperativas—aclara Cristina.

—Habíamos hablado de una reunión general —acota Ana María. Los demás asistentes miran en silencio.

—Si fueron citados los compañeros como cooperativa es una cosa y si se va a hablar del Partido Obrero por ahí a algunos no les puede gustar. Quiero respetar a los que están presentes —dice Aurelio.


—Ellos saben que usted iba a venir, así que… —dice Cristina.

—Mirá —interrumpe Aurelio—. Por qué no reiteramos esto si se puede otro día. El lunes por la tarde podría ser pero no sé qué tengo ese día. 

—Pero el lunes tenemos la reunión en la Universidad (Popular) —le recuerda Ana María.

—Si no el martes, como usted diga —dice Cristina.

—Claro, pero tampoco sé qué es lo que tengo el martes —dice Aurelio, aún no pudiendo recordar su agenda—. Lo que puedo hacer es salir antes del laburo el lunes, venir a las cinco acá y charlamos. No sé si es un horario conveniente porque muchos trabajan.

Hay un silencio de unos segundos. Cristina le pregunta a Ana María y concuerdan en que el lunes lo reciben a Aurelio, esta vez sí convocando a los vecinos a una reunión estrictamente política. Aurelio aprueba y de paso comenta lo que va a pasar en la Universidad Popular.

—Bueno, ya que estamos, el lunes nosotros vamos a hacer una reunión de fiscales para las elecciones. No es difícil porque es ir a controlar a las 7 de la mañana, después al mediodía y después al cierre. En esto nosotros le pedimos una ayuda. La  vez pasada pudimos haber metido un diputado y no lo logramos por la falta de fiscales. Ustedes saben que si no están nuestros fiscales, el peronismo y el radicalismo se reparten los votos. Esto es lo que les estamos pidiendo a todos los ciudadanos de Resistencia, que nos den una mano en la fiscalización.

Hay un silencio breve. Alguien tose.

—¿Ustedes ya tienen votos? —pregunta Aurelio.

—No —reconoce Cristina.

Aurelio saca de atrás de la silla su bolso negro y de ahí extrae un fajo de boletas del Partido Obrero y las reparte a los asistentes. Le da varias más a Cristina para que las entregue en el barrio. Así termina la reunión.

Antes de irnos, le propongo a Aurelio continuar la entrevista en alguna confitería. Dice que no tiene problemas. Le comento que el café en cuestión queda frente al campus de la UNNE, por avenida Las Heras, a muchas cuadras de donde ahora estamos. Le ofrezco llevarlo en auto y trasladar su bici en el baúl. Aurelio rechaza la oferta y me dice que él va por su cuenta, en su bici.

***

Aurelio Díaz es carpintero de obra y encofrador. Nació en Villa Berthet el 3 de agosto de 1950. Hijo de un guardaparques y una ama de casa, pasó su infancia recorriendo los pueblos del interior provincial a los que cada tanto era destinado su padre. Dentro de su familia se respiraba la política: su mamá era sobrina de José Bandeo, quien fuera vicegobernador del Chaco en el gobierno de Anselmo Duca a fines de la década del 50. También tenía otro pariente, Emilio Bandeo, quien fue intendente de Tirol. José era radical y Emilio era peronista. Las reuniones de campo en la casa de su abuelo materno (socialista, él) eran verdaderas batallas.

En la adolescencia, Aurelio comenzó a escuchar sobre el comunismo y a percibir que esa ideología política era censurada por la sociedad de aquel entonces. Era la amenaza roja. Lo prohibido lo atrajo. A los 16, en el comienzo de la dictadura de Juan Carlos Onganía, comenzó a militar en la juventud comunista, acompañado de su hermano menor.

Una noche de 1976, en el comienzo de la última dictadura, Aurelio salía de la obra en la que trabajaba en el barrio San Cayetano cuando un grupo armado lo subió a un Chevy. De ahí lo llevaron a la Brigada de Investigaciones, frente a la Plaza 25 de Mayo. Estuvo secuestrado en ese centro clandestino de detención durante un año. La mitad de ese tiempo, con una capucha en el rostro. Fue torturado. Escuchó gritos de mujeres, de hombres, llantos de niños. Escuchó también al tristemente célebre Cabo Sotelo tocar su acordeón mientras sus compañeros de celda eran golpeados y picaneados. Después de seis meses lo blanquearon y al año fue liberado. Al tiempo consiguió trabajo en la metalúrgica Tamet y años después nacieron sus cuatro hijos. Cuando regresó la democracia, Aurelio se presentó como candidato a diputado por el Partido Comunista. Los votos fueron escasos. A fines de los ochenta, luego de años de masticar la idea, se fue del PC para sumarse a las filas del Partido Obrero. Dice que el tiempo le dio la razón.

En 2013, logró su mejor elección al obtener poco más de 29 mil votos. Si bien quedó muy lejos del Frente para la Victoria y Unión por Chaco, el Partido Obrero se consolidó como la tercera fuerza política de la provincia, superando al Frente Grande, el Pro, Proyecto Sur, el MIJD y Ciudadanos a Gobernar. A Aurelio le faltaron sólo cuatro mil para ingresar a la Cámara de Diputados del Chaco. Nada.

***

Llega a la confitería pocos minutos después que yo. Nos sentamos afuera. Está un poco fresco pero dice que no tiene problemas. Sin embargo, lo veo bastante desabrigado y cada tanto tose. Se ve que las caminatas de campaña y la bicicleta le están pasando factura. Pero evidentemente se la banca. Le hablo sobre la reunión que tuvo en el barrio Palermo 2 y le confieso que me pareció que no fue lo que él esperaba. Y efectivamente no lo fue.

—Ellos plantearon que vaya a las siete de hoy para una reunión del partido. Y después vi que en realidad convocaron mal. Convocaron mitad por el tema cooperativas y mitad por el tema del partido y eso a la gente le cae para el culo. Por eso le pregunté cómo estaba convocada la reunión. Tienen ese hábito de hacer esas cosas. Siempre les digo que tiene que ser bien definido. A la gente no hay que decirle que se va a hacer una cosa y después que salga otra.

—¿Realmente sostenés la idea de que en la anterior elección no pudiste entrar como diputado porque les faltaron fiscales que controlen los votos del PO?

—Así es. Nosotros en muchas localidades del interior de la provincia no tuvimos fiscales. Y esta vez pedimos una ayuda al pueblo para fiscalizar sus propios votos. Estamos hablando de simpatizantes, no del partido. El ciudadano que ha confiado en votar al Partido Obrero ve frustrado su voto porque al no haber fiscales ese voto va a parar a las arcas del PJ o de la UCR. Ahora estamos tomando algunas medidas.

—A esos fiscales ¿les pagan algo?

—No. Es todo ad honorem. Nosotros explicamos de entrada que no tenemos medios para pagar a los fiscales por lo tanto el que quiere va y el que no, bueno.

—Para hacer una relación, de diez que convocás, ¿cuántos terminan yendo?

—De diez irán dos. Sobre todo en el interior. Ahí hay mucha presión de los dos grandes partidos. Entonces cuando se aproxima la fecha electoral los compañeros que han prometido ser fiscales del PO desaparecen por la sencilla razón de que les llega la caja de comida, la beca. Hay una presión enorme. O en nuestro caso, a nuestro compañero Miguel Gaúna que no quiso desistir de su candidatura a intendente lo echaron de la fábrica Unitán en Puerto Tirol. Entonces la idea es convocar a una inmensa cantidad acá en Resistencia, sobre todo jóvenes, para que voluntariamente vayan a fiscalizar en el interior.

***

Sin dudas, la bicicleta es el símbolo que representa a Aurelio Díaz. Podría hablarse de una suerte de marketing de izquierda o de una imagen que simplifica algo más complejo como son las ideas y las prácticas de un dirigente político. De todas formas, la cuestión es que efectivamente Aurelio, a sus 65 años, va a todos lados con su vehículo de dos ruedas. A las reuniones partidarias, a las notas periodísticas y en días de elecciones, siempre en bicicleta.

—Yo sigo andando en bici por una cuestión natural —explica Aurelio—. A mi hijo lo llevaba a la escuela en bici. A la obra me iba en bicicleta. A mi nieto lo saco a pasear en bicicleta. Es una cosa normal. No hago una cosa demagógica con la bicicleta. Hay miles de obreros que andan en bici y no tienen la propaganda que tengo yo.

Aurelio me reconoce que el boom de su bicicleta nació con una nota periodística publicada en diario Norte.

—A partir de ahí se hizo famosa —cuenta—. Y después de otra publicación donde al mismo periodista del diario, Sergio Schneider, le dije al pasar que me robaron la bici y él después publicó la nota. Y al otro día tuve por lo menos 50 personas que me querían regalar una bicicleta. A partir de ahí quedó “La bici de Aurelio”.

—Pero vos podrías comprarte una moto o un auto.

—Sí. Tengo un auto.

—¿Y no lo manejás?

—Mirá. Yo manejo desde los siete años. Manejaba un Land Rover. Mi viejo era guardaparques y en Pinedo, la Provincia le dio a la repartición de Bosques una Land Rover que no se oxidaba nunca. En auto siempre anduve pero nunca ostenté. Y ahora, bueno, mi señora tiene auto. Ella me hincha las bolas para que la traiga al centro y yo le digo: “Andá en remis”.

—¿No querés manejar tu auto?

—Bueno, eso te iba a contar. Un día, como hace ocho años, venía por la avenida Castelli, temprano a la mañana, la había dejado a mi señora en el laburo y un loco venía por la Sáenz Peña, venía como a 100. No sé si el tipo llegaba tarde al laburo o qué, pero me pegó una piña. Me chocó y en el choque me golpeé la cabeza. Y después de eso no sé si quedé con problemas psicológicos o qué pero yo subo arriba de un auto y manejo media hora y es como si fuera que hubiese manejado 15 horas. Termino todo tensionado. Por un lado lo evito por eso. Por otro lado la bici es más normal para mí. Y cuando tengo que ir más lejos, como a Barranqueras, Vilelas, Tirol o Fontana, voy hasta el centro, candeo la bici y me voy en cole.


—Y en el interior, ¿como hacés?

—También en colectivo. En Tirol, por ejemplo, ahí tengo un compañero que tiene una bicicleta y ando por ahí. En Barranqueras también hay compañeros que tienen bicicleta y salimos.

—¿No tenés algún militante que tenga un auto para llevarte más rápido al interior? ¿O no querés?

—Ahora apareció un compañero bancario que ya hicimos unos viajes a Colonia Elisa y a La Escondida. Y el otro día a Quitilipi y a Sáenz Peña. Él me llevó. Y la verdad que eso abrevia mucho porque en una mañana pudimos hacer Quitilipi y Sáenz Peña y a la tarde quedamos liberados para hacer otras cosas. En colectivo es un parto. Entonces ahora, por ejemplo, en Charata hay compañeros que nos facilitan autos como aporte al partido para ir a Las Breñas, Corzuela, Coronel Du Graty, y todo eso. Es decir, ven como referente al partido y comienza la adhesión y la simpatía, cosa que antes no ocurría.

—Ya que planteaste lo del militante bancario, quería consultarte por el apoyo del Partido Obrero a sus paros que son en definitiva son huelgas donde se exige elevar el piso del Impuesto a las Ganancias. ¿No hay una suerte de contradicción entre la ideología del Partido Obrero y la lucha de lo que podría denominarse la “aristocracia obrera”?

—Ellos son trabajadores. Los ves a los tipos ahí desde las siete de la mañana laburando. Por ahí hay determinadas direcciones de los bancos que ya son parte de la patronal. Pero lo que nosotros planteamos es que los trabajadores lo único que tienen son su fuerza de trabajo y su inteligencia. No tienen plusvalía como tiene la patronal. Los bancos se han llenado de oro. Las ganancias fueron siderales. El sector más especulativo son las finanzas y los bancos. Pero no así los bancarios. Es cierto: el bancario puede ser el sector del movimiento obrero que está en la punta de las Ganancias. Pero después tenés a los mecánicos de SMATA que también tienen buenos sueldos. ¿Pero cuál es el tema central acá? Que el Estado comienza a meter mano en los trabajadores cuando por ejemplo no se le cobra impuesto a la renta financiera, a quienes especulan en la Bolsa con los títulos y todas estas porquerías. Hoy vienen por los bancarios y después siguen por los demás.

—Volviendo al tema electoral, ¿por qué ustedes no hacen alianza con ningún otro partido?

—Como partido tenemos un programa donde nuestro objetivo es el Socialismo. En una circunstancia electoral no está planteado que el que quiera aliarse tenga que tener como objetivo el socialismo pero de mínima tiene que coincidir en un programa el cual tenga como eje al tipo que produce la riqueza sobre la humanidad, que es el trabajador. Eso es todo. Nosotros iríamos a una alianza si alguno de ellos se pliega en ese programa. Ahí vamos a ir para adelante.


—Te lo pregunto porque el otro día hablé con el dirigente de Proyecto Sur, Danilo “Polo” Legal, y él me aseguró que en reiteradas ocasiones te pidió para ir a las Primarias juntos y el que ganaba conducía y el que perdía acompañaba. Pero dice que vos nunca le respondiste. ¿Fue así?

—Eso dice él. Se ve que en varios lugares anduvo diciendo esto, alguna radio también me lo planteó. Yo nunca me senté a charlar con él sobre este tema de la alianza. Nosotros estamos dispuestos y le metemos para adelante.

—En un frente electoral ustedes tendrían mayores chances de llegar a tener por lo menos un diputado.

—Sí, pero lo que nosotros queremos es ser coherentes y no macanearle a nadie. Los frentes por ahí se arman para, de manera mercanchifle, obtener un diputado y sentarse a calentar silla. O los frentes que arma la UCR con Macri, o De La Rúa con Chacho Álvarez son verdaderos cachivaches que al otro día se desarman. Y después tenés el tema de la conducta. Las conductas pasadas son importantes para nosotros porque ponele que tenemos coincidencia en un tema, como el tema docente, y la respuesta en su momento de la UCR fue darles una fenomenal garroteada en Quitilipi. No sé si con una disculpa alcanza para ir a un frente con ellos. Lo mismo con los peronistas. No es fácil con el Partido Obrero.

—En la campaña anterior se generó en las redes sociales una movida bajo el slogan “Un milagro para Aurelio”, en referencia a la posibilidad de impulsar tu candidatura para que llegues a la Legislatura. ¿Qué te pareció?

—En realidad en ese momento pedíamos ayuda al pueblo para pasar las PASO. Ahora le pedimos ayuda al pueblo para que fiscalice. Un milagro para ellos mismos, para el pueblo que confía en el Partido Obrero y para que esos votos no sean birlados.

—En el hipotético caso que llegues a la Legislatura, ¿qué proyecto tenés previsto presentar?

—Lo que nosotros estamos elaborando es el tema del trabajo, el tema de vivienda, el tema de salud y educación. Queremos ver este tema de la guita de la obra pública. No puede ser que acá haya un ministro de Obras Pública, un subsecretario de Obras Públicas y en el municipio también, cuando con un funcionario en esa área debería estar bien. Además tenemos que ver el tema de los impuestos. Veamos cuanto de impuestos se le aplica al pueblo y al trabajador y cuánto a los grandes grupos económicos. Y después queremos ver a dónde va la plata del Presupuesto. Se están haciendo obras que nada tienen que ver con la realidad. Acá la gente no tiene vivienda y se hacen grandes obras de infraestructura pero que van en beneficio de los grupos económicos. Por ejemplo, el viaducto, que salva vidas, todo lo que vos quieras, pero con esa plata que se gastó ¿cuántas viviendas podrían construirse? Hay prioridades.

—En definitiva, ¿tenés buenas perspectivas en cuanto a lo que pueda suceder en las elecciones?

—Por lo que uno se plantea en las recorridas, en las charlas y en las reuniones, hay mucha perspectiva. Incluso de agrupaciones que están disputando una interna con 13 candidatos como el justicialismo en Barranqueras y cinco candidatos en Puerto Tirol. Algunos ya están planteando que si no ganan la interna nos van a acompañar a nosotros. No lo dicen abiertamente, lógico. Se lo dicen a nuestros compañeros. Y algunos sindicatos que también nos expresaron su acompañamiento, aunque no públicamente.

—¿Por qué no lo hacen de manera pública? ¿Por qué crees que te lo dicen sólo a vos y no a todos?

—La verdad, no sé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario